“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G.
K. Chesterton).
Al bajar ahora la basura he podido darme cuenta que
hace una ligera brisa que es más fría de lo que viene siendo normal, y aunque
no la veo reflejada en la temperatura de mi balcón, parece que vamos a tener un
día más frío que ayer, ahora puedo ver 14,03 grados en mi termómetro, y esta
nublado, lo que añadido a la sensación de frío en la cara me da la impresión que
el sol no calentará mucho, aunque lo intentará desde las 07:07 horas hasta las 19:10.
Según voy viendo las propuestas que nos están
presentando los partidos políticos me está llamando la atención la cantidad de
cosas que se quieren regular, y puede parecer muy moderno el querer regularlo
casi todo pero hay aspectos que no tengo muy claros.
Que algo exista no significa necesariamente que
deba ser respetado, sin más. Tampoco quiere decir, que lo único que se pueda
hacer frente a ello sea “regularlo”. Por ejemplo: los nazis alemanes no se inventaron
el antisemitismo, eso ya existía en la mentalidad de mucha gente, lo que
hicieron fue regularlo y visto el resultado hay que reconocer que lo hicieron
con gran eficacia.
Hay muchas ideas que las tenemos por ahí, delante
de nosotros, y que llevan mucho tiempo estándolo. El abuso de autoridad del
poderoso sobre el débil, la prostitución, el reivindicación de que nuestro capricho
se convierta en un derecho, por un argumento tan concluyente como el de que “yo
lo valgo”, etc.
Estas cosas, por ejemplo, no hay que “regularlas”,
no hay que darles una apariencia de normalidad. Tenemos que pensar que; legalizar
algo es, se quiera o no, normalizarlo, hacerlo aceptable social y moralmente.
Como se ha hecho aceptable, y aceptado, muchos actos que a mi entender son
moralmente muy dudosos. Al principio, se dice que solo van a ser “despenalizados”.
Más tarde, se invita a la gente a gritar, a proclamar, su justicia y su bondad.
Ya se que “regularlo” todo suena bien, que es lo
que se lleva, que es muy moderno, pero ser moderno solo significa que es lo más
reciente y esa cualidad, en principio, no es ni buena ni mala. Todos nos damos
cuenta que lo moderno puede ser una maravilla o ser moderno y ser un desastre.
Si vemos un poco la historia veremos que también en
su momento, lo moderno consistía en optar por la abolición de la esclavitud,
que ciertamente estaba “regulada”, pero esa regulación era la regulación de un
mal. Y un mal de ese calibre no admite regulaciones. Un mal de ese calibre pide
ser abolido, sin más.
Y lo mismo podría decir de la legalización de la
prostitución, que es un tráfico de personas contrario a su dignidad, o de la
legalización de los “vientres de alquiler”. Una mujer no es un vientre. Y menos
un “vientre de alquiler”. Ni la maternidad se “subroga”; la maternidad es una relación tan básica y
tan esencial para las personas, para las madres y para los hijos que, por el propio capricho, no se puede delegar
en otros ni sustituir arbitrariamente.
¿A quién no le gusta que respeten su libertad
individual? Pero no todo lo que es libre es verdadero. Los políticos, a veces,
enarbolan esa bandera libertaria, pero tienden a aplicarla con excesiva prudencia
y con excesivos niveles de contradicción.
No renuncian a “regularlo” todo, o casi todo. Y esa
regulación equivale, en ocasiones, a convertir una opción individual, “porque
yo lo valgo”, en norma que, en consecuencia, obliga a otros.
Al final, todo se “regula”, todo se convierte en
“legal” y, finalmente, casi en obligatorio.
No resulta fácil ser, coherentemente, libertario.
Igual tendrían, los políticos libertarios, que limitarse solo a sí mismos. Pues
apenas podrían presentar, de ser realmente coherentes, un programa de gobierno.
Los políticos libertarios son una tomadura de pelo
y más si se creen liberales. Pero a nuestros caprichos les gustan los cuentos
que nos narran. Ser padres es una posibilidad, no es un derecho absoluto. Como
tampoco es un derecho de nadie ser el ganador de una carrera o ser un galgo
Está muy bien que alguien quiera ser padre o madre,
padre y madre, pero no se puede ser padres a cualquier coste. La libertad tiene
que contar con la naturaleza. Nuestro deseo ha de confrontarse con lo que
somos. Alguna vez lo hemos dicho ya, lo que somos nos limita, sí, pero también
hace posible nuestro desarrollo.
La libertad es un don fascinante, pero, separado
del contacto con la realidad de uno mismo, puede derivar en un capricho
absurdo.
Feliz Día.
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