“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G.
K. Chesterton).
Vamos a ver como se comporta este día, espero que
sea tranquilo después de unos cuatro días más ajetreados de lo normal, el sol intentará
acompañarnos desde las 07:04 horas hasta las 19:12 horas, en el que será el
primer día de la primavera del 2019, para ser un poco más precisos lo hará a partir
de las 21:59 horas.
Volviendo un poco al tema de ayer, me queda por
añadir que hace años que la gran muchos de nosotros hemos renunciado a mostrar
las “cosas” como son, y lo que hacemos es pretender que las “cosas” sean lo que
nos dé la gana que sean.
Para hacerlo se hemos cambiado el “respeto” a la
verdad de las cosas por la “voluntad” de que las cosas son lo que yo quiera que
sean; se ha elegido ver todas las cosas como buenas y que continúen siendo
buenas “porque lo digo yo”; también hemos adaptado la democracia, la hemos
convertido en “democratismo”, o sea las cosas son lo que decide la mayoría,
aunque se hayan utilizado toda clase de confabulaciones para conseguirlo, sin
responder a criterios objetivos de bondad o maldad, dejándolo todo a la voluntad
del legislador.
Si añadimos a todo lo anterior la utilización del
lenguaje para hacer decir a las palabras lo que nunca han dicho, estamos
dejando que el lenguaje ya no genere cultura, es decir pensamiento, por lo
tanto no nos planteamos si se tiene razón o no, porque “tener razón” ya no está
de moda.
Y, si no escuchamos las opiniones de los demás, si
no somos capaces de entender otras ideas, poco a poco, nos vamos haciendo cada
vez más intransigentes y ya no discutimos nuestros ideales sino que peleamos
nuestras ideas, nos enfrentamos a las otras formas de pensar, y entonces el
paso para utilizar la violencia es muy corto, llegamos a verla hasta como la
solución más cómoda y más practica, y, sin darnos cuenta damos ese paso que nos
hace caer en el abismo de la violencia; confróntese por ejemplo los motivos y
las causas del nazismo y del marxismo.
Como vemos, todos nosotros somos también parte del
problema y también lo deberíamos ser de la solución. No hay que obsesionarse
para intentar tener una visión completa de las cosas, más bien hay que aceptar
que existen algunos puntos oscuros en nuestras ideas y planteamientos, comprender
que existe una parte de conflictividad con la que nosotros contribuimos a las
situaciones difíciles, aunque no nos demos cuenta de ello.
Comprender que uno mismo es parte del problema, sin
complejos ni perfeccionismos, nos puede ayudar a solucionar las cosas
percibiendo a los demás como espejos que, de algún modo, reflejan una parte de
la realidad que tantas veces se nos escapa. Tomar conciencia de ello es
indispensable en el proceso para solucionar estas fricciones, pues sin ella las
palabras se trasforman en un diálogo de sordos donde cada uno simplemente
expresa su parte sin atender con autenticidad a lo que el otro percibe, dice y
piensa.
Todo ello requiere, pues, humildad, paciencia y
esfuerzo, pero bien vale la pena.
Feliz Día.
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