“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G.
K. Chesterton).
El sol empezara su andadura por este martes a las 07:16
horas y nos hará compañía hasta las 19:04 horas, un día que será otro buen día
de un invierno que ya tiene las horas contadas.
Ayer por la tarde tuve la posibilidad de mantener
dos tertulias y con diferentes personas, y tal vez por el exceso de cafeína, la
segunda fue realmente divertida y por lo tanto provechosa.
Y ahora, estoy pensando lo importante que resulta
mantener conversaciones presenciales, cara a cara, y lo imposible que resulta
que esas mismas conversaciones se puedan realizar en cualquier medio online.
No estoy diciendo, que las conversaciones online no
sean provechosas, desde luego lo son y mucho, pero el contacto con las personas
es fundamental para alimentar nuestra vida afectiva. Las redes sociales son una
maravilla pero dejan de serlo si me escondo día tras días detrás de ellas y una
conversación la reduzco a unas pocas palabras y a muchos emoticones.
Tengo claro que para compartir los sentimientos la
mejor forma es el contacto directo, si hemos de decir cosas delicadas la
sinceridad de nuestra mirada es fundamental, estar cerca para hablar y que se perciban
nuestros matices en la voz y escucharlos nos evitan muchos malentendidos, ese
buscar sin prisas la palabra precisa para explicarnos bien es lo que hace
imprescindible el contacto directo.
Los asuntos serios siempre exigen tiempo,
reflexión, precisión, cercanía y complicidad, y nos estamos olivando de todo
esto, nuestra presencia es casi necesaria para transmitir bien nuestras ideas y
nos estamos acostumbrando a retirarnos detrás de una cómoda barrera, el móvil,
y nos atrevemos a encarar una situación delicada con un simple whatsapp.
Si nos acostumbramos mucho a permanecer detrás de
la pantalla, a utilizar continuamente un rápido mensaje online que se teclea
desinhibidamente ya que no vemos la cara del destinatario al final se puede
llegar a la conclusión que lo que hay al otro lado del whataspp es una cosa sin
sentimientos pues no vemos su expresión real.
Si alguna vez llegamos a esa situación, y llegamos
muchas veces, nos olvidamos de la prudencia o simplemente del respeto y podemos
decir cosas que nunca diríamos en persona, y por lo tanto también nos las
pueden decir. Y ahí se inicia el problema.
Todos sabemos de la polarización que hay en la vida
política y la radicalización en la reacciones, también de la imprudencia de
muchos comentarios que se dicen en caliente, de los que nos debemos disculpar.
¿No es posible que estos errores se puedan
disculpar mejor con la presencia, con el contacto visual, con una sonrisa o con
un gesto amigable como unir las manos planas delante del pecho para pedir perdón?
Es mejor este gesto sencillo que todos los emoticones que podamos añadir a
nuestra disculpa.
Que importante es pararse a pensar antes de hablar y
mucho más antes de enviar cualquier mensaje online, lo mejor es saber que la
amistad exige presencia y para todo lo demás nos puede valer un whatsapp, eso
si meditado.
Feliz Día.
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