martes, 12 de marzo de 2019

Martes 12 de marzo de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton). 

El sol empezara su andadura por este martes a las 07:16 horas y nos hará compañía hasta las 19:04 horas, un día que será otro buen día de un invierno que ya tiene las horas contadas.
Ayer por la tarde tuve la posibilidad de mantener dos tertulias y con diferentes personas, y tal vez por el exceso de cafeína, la segunda fue realmente divertida y por lo tanto provechosa.
Y ahora, estoy pensando lo importante que resulta mantener conversaciones presenciales, cara a cara, y lo imposible que resulta que esas mismas conversaciones se puedan realizar en cualquier medio online.
No estoy diciendo, que las conversaciones online no sean provechosas, desde luego lo son y mucho, pero el contacto con las personas es fundamental para alimentar nuestra vida afectiva. Las redes sociales son una maravilla pero dejan de serlo si me escondo día tras días detrás de ellas y una conversación la reduzco a unas pocas palabras y a muchos emoticones.
Tengo claro que para compartir los sentimientos la mejor forma es el contacto directo, si hemos de decir cosas delicadas la sinceridad de nuestra mirada es fundamental, estar cerca para hablar y que se perciban nuestros matices en la voz y escucharlos nos evitan muchos malentendidos, ese buscar sin prisas la palabra precisa para explicarnos bien es lo que hace imprescindible el contacto directo.
Los asuntos serios siempre exigen tiempo, reflexión, precisión, cercanía y complicidad, y nos estamos olivando de todo esto, nuestra presencia es casi necesaria para transmitir bien nuestras ideas y nos estamos acostumbrando a retirarnos detrás de una cómoda barrera, el móvil, y nos atrevemos a encarar una situación delicada con un simple whatsapp.
Si nos acostumbramos mucho a permanecer detrás de la pantalla, a utilizar continuamente un rápido mensaje online que se teclea desinhibidamente ya que no vemos la cara del destinatario al final se puede llegar a la conclusión que lo que hay al otro lado del whataspp es una cosa sin sentimientos pues no vemos su expresión real.
Si alguna vez llegamos a esa situación, y llegamos muchas veces, nos olvidamos de la prudencia o simplemente del respeto y podemos decir cosas que nunca diríamos en persona, y por lo tanto también nos las pueden decir. Y ahí se inicia el problema.
Todos sabemos de la polarización que hay en la vida política y la radicalización en la reacciones, también de la imprudencia de muchos comentarios que se dicen en caliente, de los que nos debemos disculpar.
¿No es posible que estos errores se puedan disculpar mejor con la presencia, con el contacto visual, con una sonrisa o con un gesto amigable como unir las manos planas delante del pecho para pedir perdón? Es mejor este gesto sencillo que todos los emoticones que podamos añadir a nuestra disculpa.
Que importante es pararse a pensar antes de hablar y mucho más antes de enviar cualquier mensaje online, lo mejor es saber que la amistad exige presencia y para todo lo demás nos puede valer un whatsapp, eso si meditado.

Feliz Día. 

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