"Una cosa muerta puede ir con la corriente,
pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton).
San Pamaquio es a quien hoy vamos a
celebrar, en un viernes en el que el sol nos saldrá a las 07:28 horas y que nos
acompañará hasta las 20:34, empezamos así el último fin de semana de agosto.
Ayer se trato en el parlamento el
tema de la inmigración, y aunque no se dieron soluciones concretas al menos nos
pudimos dar cuenta de las diferencias que existen entre los diferentes partidos.
La cuestión de la inmigración se puede abordar desde muchas perspectivas. En mi
opinión, las políticas que se siguen en España y en parte en toda Europa presentan
algunos errores por no decir que son malas.
Yo parto del hecho de que una
persona tiene derecho a buscar un lugar donde las condiciones de vida sean
dignas y mejores que las de donde vive. Y desgraciadamente eso no ocurre en
muchos países del mundo, por lo que tienen que abandonarlo. Ahora bien, también
tengo clarísimo que el refrán “donde fueras, haz lo que vieras", debería
ser la norma básica de comportamiento de quienes dejan su tierra para llegar a
otra. Sin necesidad de perder la identidad cultural propia, la tarea de
integración en la sociedad a la que se migra debe formar parte de la voluntad
de los migrantes. De lo contrario, la formación de ghettos está asegurada. Y el
ghetto es lo más contrario al tan cacareado multi-culturalismo del que hablan
los progres de izquierdas y de derechas.
Dicho todo lo anterior, es a partir
de aquí desde donde hay que empezar a buscar soluciones. Unas soluciones que ya
existen y a las que solo les falta para que sean efectivas que las pongamos en
marcha.
Pongamos a razonar: estamos de
acuerdo en que todos los hombres tienen derecho a tener unas condiciones de
vida dignas en su lugar de origen, o sea donde han nacido, en su familia,
pueblo, región o país; y en el caso de que no se puedan tener esas condiciones,
tienen derecho a emigrar y ser acogidos en cualquier nación que pueda darles
esas condiciones de vida dignas. Si esto es así, si todos estamos de acuerdo
con lo anterior, todos deberíamos de estar de acuerdo en que el derecho a
emigrar se debe a que se ha dejado de cumplir otro derecho, o sea un derecho
que suple al derecho principal que no es otro que tener una vida digna en su
lugar de nacimiento.
Si nos olvidamos de dar solución al
incumplimiento del primer derecho, atendiendo solo el segundo es de sentido común
que no llegaremos a una solución definitiva.
No tiene mucho sentido, acoger sin límite
a todas las personas de naciones cuyos gobernantes no son capaces de darles
unas condiciones dignas de vida, si al mismo tiempo no tratamos de que esos
gobernantes cumplan con su deber de garantizar una vida digna para sus
habitantes.
Y, a partir de aquí nos encontramos
con las dificultades para hacer compatibles los dos derechos que asisten a
todas esas personas que emigran, y que nos llegan todos los días, y los
derechos de los que los acogemos junto con nuestra obligación de hospitalidad
que por supuesto también tiene sus condiciones y sus limites. Es complicado,
muy complicada la solución total.
Feliz Día.
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