"Una
cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su
contra." (G. K. Chesterton).
Hace un momento que amanecía, para ser exacto a las
07:03 horas y la puesta de sol sucederá a las 21:11, y además de esta información
podemos añadir que hoy celebraremos la festividad de Nuestra Señora de los
Ángeles, así que FELICIDADES a todas las Mari Ángeles.
Hay una canción italiana con la cual siempre me he
sentido identificado, no es otra que “L’emozione non ha voce” de Adriano
Celentano, más abajo colocaré el enlace para los que no tengan la suerte de
conocerla. En ella Adriano nos viene a contar la dificultad que encuentra para
expresar sus sentimientos: “yo no se hablar de amor”, son sus primeras
palabras. Hoy parece que hemos encontrado la solución.
Decirle lo que sentimos a otra persona puede llegar
a ser difícil, pero la tecnología esta intentando “facilitar” el proceso y hoy
con un corazón le podemos decir a alguien que lo queremos, con una cara feliz
podemos expresar emoción y con una enojada nuestra ira.
¿Pero es verdad qué es así?
La gran cantidad de emoticonos que existen para que
podamos expresar nuestro estado de ánimo, éstos ¿expresan lo que sentimos realmente?
¿Se nos acelera el corazón cuando la persona por la que sentimos algo nos envía
una cara enamorada? No pretendo decir que solo hace unos pocos años que
utilizamos cualquier tipo de símbolos para expresar nuestros sentimientos, pues
lo venimos haciendo desde los inicios de los tiempos, no es nuevo, no es que de
repente los emoticonos se estén mostrando como un lenguaje nuevo. Lo que ocurre
es que se han convertido en la excusa perfecta para preferir expresar cierto
tipo de emociones, que en la vida real, la de afuera, en la que le hablas a
alguien viéndolo a los ojos, se vuelven cada vez más complicadas.
No puedo negar que la forma en que nos comunicamos
ha cambiado. ¿Pero utilizamos los emoticonos para huir de una conversación cara
a cara?
El problema puede surgir cuando nos damos cuenta
que la mayoría de nuestras relaciones personales se llevan a cabo a través y
por medio de estos dispositivos, con lo que tenemos muchas posibilidades de
llegar a situaciones que jamás hubiéramos pensando que ocurrirían virtualmente,
como rupturas, infidelidades, acoso o maltrato. Los emoticonos nos permiten
darle un toque más ligero y agradable a las conversaciones, convierten simples
palabras en algo más divertido y nos ayudan a quitarle la formalidad a algunas
frases, pero nunca reemplazarán las palabras que se dicen de frente.
No pretendo que nos vayamos al extremo de la
exageración y demos por sentado que lo estamos haciendo todo mal al usar estos símbolos
a diario. La cuestión es que hay que ser coherentes y conscientes de que la
interacción humana no debe ser reemplazada por las conversaciones que tenemos
con nuestros amigos y familiares a través de mensajes de texto o de whatsapp.
Tal vez el corazón, el abrazo o el beso que
enviamos es realmente signo de lo que sentimos y los emoticones nos permiten
expresar mucho más fácil, cosas de las que no nos atreveríamos a hablar en
persona. Pero muchas veces sin darnos cuenta dejamos de escuchar la voz de
nuestros seres queridos por días o incluso semanas, debido a que nuestra comunicación
se limita al chat.
El beso o el abrazo que enviamos en pocos segundos
a través de nuestro móvil no puede causar las mismas sensaciones que provoca el
contacto físico y en resumidas cuentas muchas de nuestras relaciones se pueden convertir
en algo pasajero, en un vaivén de caritas que quieren gritar pero que pueden
ser interpretadas de manera equivocada.
Tenemos que andar con cuidado en no convertirnos en
personas con respuestas automáticas, que algunas veces ni siquiera sabemos qué
decir y optamos por enviar los emoticones para que cubran nuestra falta de
interés o que tal vez nos incite a cambiar de tema. Reconocer nuestras propias
emociones y las de los demás se puede convertir en un laberinto, donde no
sabemos a ciencia cierta qué es real y que no.
Y aunque algunas veces estas caritas nos sacan de
aprietos cuando no tenemos mucho tiempo para responder, no cometamos el error
de negarnos ante la propuesta de un encuentro personal.
El tiempo que les dedicamos a nuestros amigos y
familiares es valiosísimo, no permitamos que la tecnología nos separe,
empléemela como una herramienta que nos permita facilitar el diálogo y un encuentro
frecuente.
Feliz Día.
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