sábado, 3 de agosto de 2019

Sábado 3 de agosto de 2019.

"Una cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton). 

Con un sol que ha empezado a lucir a las 07:04 horas, se pone en marcha este sábado, en el que se celebra la festividad de san Pedro Julián Eymard, y concluirá a las 21:10 horas con la puesta de sol, que a su vez dará paso a la noche más famosa de la semana, el sábado noche.
Me comentaban el otro día que es bueno reconocer y admitir nuestra falta de conocimientos ya que esto nos da la posibilidad de acceder a una verdad mayor y dejarnos fascinar por ella. Es curioso, pero admirarse de las cosas es el comienzo de nuestra necesidad de aprender y por lo tanto de pensar. He leído que algunos grandes filósofos eran capaces de tal admiración que, literalmente, eran capaces de olvidarse de lo que pasaba a su alrededor.
La facultad de admirar cualquier cosa que suceda a nuestro alrededor es el paso preliminar para empezar a razonar, es el origen de lo que solemos llamar filosofar. Cuando una persona necesita hechos o acontecimientos cada vez más sensacionales para poder conmoverse y admirarse, es un signo seguro de que esa persona no disfruta de su faceta de filósofo. Nuestra falta de afición por pensar y razonar las cosas, hoy en día, la podemos comprobar en la industria recreativa que cada vez se vuelve más agresiva, buscando escándalos cada vez más grandes para sorprendernos.
Dar todo por supuesto es también un síntoma de la falta de capacidad de admirarse, siempre que una persona filosofa, se admira; y en la medida en que crecen sus conocimientos, debe crecer su admiración. Es, la añoranza y el deseo de saber cada vez más. La persona que se admira es aquella que empieza a caminar, que desea saber más y más e intenta llegar al fondo de todas las cosas. Por eso afirma Goethe, el gran escritor alemán: "Lo máximo que un hombre puede alcanzar es la admiración".
Descubrir, en lo cotidiano y común, lo realmente extraordinario e insólito es lo que nos hace pensadores. Entusiasmarse por una hoja de césped o una pequeña flor de campo, igual que haría un poeta, un amante o un niño es lo que nos hace ser filósofos. Todos podemos y tenemos la facultad de ser filósofos.
Tomás de Aquino dijo que hasta es posible admirarse infinitamente ante un mosquito. Como se ve, esta capacidad básica que tiene cada hombre de preguntarse por el sentido de todo lo que le rodea y de su propia existencia, puede desarrollarse a lo largo de la vida, o puede corromperse. Admirarse por las cosas más sencillas es un principio para vivir más intensamente.

Feliz Día.

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