sábado, 31 de agosto de 2019

Sábado 31 de agosto de 2019.

"Una cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton). 

Terminamos hoy agosto, y como todos los años, que yo recuerde, vamos a recordar a los santos José de Arimatea y Nicodemo, sin olvidarnos que en muchos lugares también se celebra a san Ramón Nonato. Empezaremos el día a las 07:29 horas con la salida del sol y lo podremos dar por terminado a las 20:33 horas si seguimos el horario de sol, o sea lo que siempre se ha dicho de “sol a sol”.
Cambiaba impresiones ayer sobre la problemática que existe hoy en día con los niños y con la dificultad que se presenta para educarlos, y mí opinión se diferenciaba de la de mis contertulios en que pienso que el problema no está en nuestros jóvenes, sino que el problema está en los adultos que no trasmitimos con nuestra conducta lo que estamos enseñando.
Basaba mi argumentación en que toda persona que pretenda educar tiene que aclararse antes sobre en qué consiste ser buena persona, pues solo así podrá saber en qué quiere que se convierta su alumno, y solo así sabrá hacia donde orientar su proceso educativo. Y hoy día hay muchos adultos que no se aclaran sobre en qué consiste ser buena persona y por eso no se puede educar por mucha buena intención que se ponga en el intento.
Claro está, que supongo, que todos estaremos de acuerdo en que educar consiste en mostrar donde se encuentra el bien que sea posible alcanzar y en hablar con cariño de todo lo que es bueno y valioso para la persona. Por eso hay que tener razonablemente claro qué cosas son buenas y malas, tener claro que hace al alumno bueno o malo.
De ahí, que mí opinión se basa en que la mayor dificultad para educar hoy no se encuentra en nuestros jóvenes sino en todo lo que lleva a muchos de nosotros a no aclararnos sobre qué es una buena persona. Quien no tiene un proyecto de persona buena no puede ayudar al niño y orientarle para llegar a ser buena persona que es en lo que consiste educar: ayudar al niño a extraer todo el potencial del bien que lleva dentro.
Si observamos un poco a nuestra juventud nos podremos dar cuenta que muchos jóvenes no saben que existen cosas buenas y malas, que hay cosas que les pueden hacer buenos y otras que les harán malas personas, y que, además, podemos distinguir con razonable precisión y seguridad unas de otras.
      Y no lo saben porque nadie nunca se lo ha dicho. Esos jóvenes no pueden ser buenos pues ser bueno consiste en enamorarse del bien; y para enamorarse del bien hay que conocerlo previamente; y para conocerlo alguien tiene que mostrarlo. En esto consiste la educación: en mostrar el bien haciéndolo atractivo, deseable, digno de esfuerzo; es decir, en algo que resulta materialmente imposible para una parte de nuestro mundo que se esta volviendo relativista.
En definitiva, educar es bastante fácil si uno sabe en qué consiste ser buena persona; y es muy difícil o imposible si uno no se aclara al respecto.
Esta es precisamente la esencia de la educación: transmitir valores y hacer atractiva la virtud; poner delante del joven lo bueno, mostrarle un proyecto ilusionante de ser humano, mostrarle en qué consiste ser bueno y animarle a intentar serlo. Para hacer bien eso basta con saber qué cosas son buenas y qué cosas son malas.

Feliz Día. 

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