sábado, 2 de febrero de 2019

Sábado 2 de febrero de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).

 En este ventoso día el sol nos saldrá a las 08:06 horas y nos iluminará hasta las 18:23 horas, es una lastima que el viento no nos permita disfrutar de este sábado pues los 11,5 grados en mi balcón presagiaban un excelente día de invierno.
Hemos escrito y hablado muchas veces de una ley natural en la que todos deberíamos de estar de acuerdo, y usarla como base para construir todas nuestras relaciones, de una norma común para todas las personas, de una regla de oro que aceptemos todos, pero parece que no tenemos claro cual debería de ser.
He estado mirando en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el primer articulo me encuentro con un primer principio que nos podría servir, afirma: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Sabemos perfectamente lo que quiere decir, y muchos de nosotros no necesitaríamos haber recurrido a esta Declaración de 1948 para llegar a esa conclusión.  
Pues muchos siglos antes, filósofos, sabios y pensadores han reflexionado sobre lo que se ha llamado la regla de oro, un principio moral general que puede expresarse de la siguiente forma; "trata a los demás como querrías que te traten a ti" o "no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti". Prácticamente la regla la podemos encontrar en todas las culturas que nos han precedido, al menos desde el imperio medio egipcio.
Estoy seguro que todos estaréis de acuerdo conmigo que no se trata de ninguna imposición autoritaria sino de una regla de puro sentido común, como norma para nuestras relaciones con los demás, y sobre la que se ha escrito mucho pues aunque nos pueda parecer una regla simple no es para nada simple ponerla en práctica.
Y, el problema radica en que parece ser que no sabemos quienes son los otros, quienes son los demás. Normalmente les damos esa categoría a los que tiene el mismo color de piel, a nuestros paisanos, a los de nuestro mismo partido político, a los de nuestra propia familia. Pero no es así, los otros y los demás son todos.
Me tendréis que reconocer que no es fácil la cosa. Y es tan difícil que siempre tenemos una razón que justifica los males que causamos a los demás, bien sean nuestros familiares, nuestros vecinos o nuestros conciudadanos.
Ante problemas como por ejemplo el acoso escolar o el acoso laboral, la violencia doméstica, el vandalismo que se produce contra el mobiliario urbano o la propiedad ajena, la agresividad política o sindical contra los ricos, los patronos, los diferentes, que  nos llenan todos los días los medios de comunicación. Ante todos estos hechos nos damos cuenta que no hemos reconocido a los perjudicados como a nuestros iguales, no los vemos como a los demás a los que deberíamos de tratar como a nosotros mismos.  
También es verdad que cada vez hay más gente que manipula esa regla de oro para que solo haya de aplicarse entre "los nuestros". Los demás son enemigos, herejes, infieles a los que exterminar, los que forman el bloque del mal.
Aceptar y vivir que todos son iguales a nosotros no es una actitud generalizada en nuestro mundo enfrentado y dividido en el que esa idea va siendo arrinconada y si no hay un padre común, ¿cómo podemos creer que somos hermanos? ¿Es suficiente la Declaración de Derechos Humanos para vivir en paz y armonía?

Feliz y Dulce Día.

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