“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G.
K. Chesterton).
Hace un momento he visto y oído el discurso del
actor Jesús Vidal al recibir el premio Goya por su participación en la película
“Los campeones”. Había leído y oído tanto de ese discurso que antes de que
saliera hoy el sol a las 08:03 horas lo tenía que ver, hoy tengo un día complicado
y no creo que pudiera verlo al menos hasta después de la puesta de sol a las 18:26
horas. Y, eran demasiadas horas las que tenía que esperar, pues estoy seguro
que saldrá el tema en algún momento del día.
Pues bien, no me extraña que se haya hecho viral. Cientos
de personas han reaccionado desde diversos puntos de vista, pero no nos podemos
quedar con el impacto que ha causado con sus palabras Jesús Vidal, no nos
debemos conformar con una simple sensación de conmoción, sino que nos debe
hacer reflexionar sobre, ¿Qué valor damos hoy a la vida?
Si escucháis con atención el discurso llegareis a
un momento donde Jesús Vidal dice más o menos: “Madre gracias por darme la vida”
y continua más adelante: “A mí me gustaría tener un hijo como yo por tener
padres como vosotros”. En esta frase del discurso podemos encontrar algo
particular e importante, lo fundamental es el amor. Vidal se siente amado y
gracias a ello, tiene deseos de trasmitir ese mismo amor del cual él ha gozado.
Palabras llenas de sentido en las que este actor
nos recuerda la importancia de valorar a los demás por el simple hecho de ser
personas y no excluirlos o despreciarlos por sus condiciones físicas, o
sociales.
Pero, no seamos hipócritas, no aplaudamos ese
discurso si somos de los que hubiéramos abortado. Sí, todos y todas ahora muy
estupendos, pero después apoyamos el aborto porque viene con malformaciones,
porque tiene síndrome de Down o porque es mi cuerpo.
Da que pensar…
Feliz Día.
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