“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G.
K. Chesterton).
Hoy si que parece que vamos a disfrutar de un buen
día de invierno, por lo menos me parece apreciar que no hace tanto viento, así
que cuando salga el sol a las 08:04 horas y nos caliente el ambiente disfrutaremos hasta las 18:25 horas, después cuando el sol nos haya abandonado ya será otra historia, aunque ahora en mi balcón hay una temperatura de 7,7 grados.
En el famoso café de los domingos por la tarde tuve
que hacer algunas aclaraciones sobre el “Buenos Días” de ayer, ya se que la
inmensa mayoría de gente es honrada y que la mayor parte de los ciudadanos
somos buenos, pero no será que quizás es que nos creemos buenos. El giro de la
conversación estaba claro, si la gran mayoría somos buenos ¿cómo es posible que
haya tanto mal en el mundo?
Si para hacer la diferencia entre el bien del mal
nos guiamos solo por nosotros mismos, o por las opiniones que circulan en
nuestro ambiente, a menudo nos sucederá que pensaremos que son buenas muchas
cosas que no lo son.
Si preguntamos a los que tenemos a nuestro
alrededor nos daremos cuenta inmediatamente que se ha decidido que lo bueno y
lo malo lo decida el parlamento a través de las leyes, que en nuestra
democracia se aprueban por mayorías que no hay que olvidar son cambiantes y así
llegamos a creer que las cosas malas son las que castiga el código penal y las
que no castigue es que serán buenas, al menos hasta la próxima reforma de la
ley.
Como insinuaba ayer, nuestra tendencia hacia el
bien es la que nos hace creernos buenos, pues nadie normalmente quiere creerse
malo, pero ser buenos es una tarea costosa porque también actúa en cada uno de
nosotros una tendencia opuesta de la que es difícil deshacerse, hay que
reconocer que muchas veces no hacemos el bien que queremos sino el mal que no
nos gustaría hacer.
Aunque claro, hablar de las cosas malas que hacemos
no está bien visto, pero ahí está, presente en muchos de nuestros actos.
Entonces, ¿De donde sacamos la fuerza de voluntad que nos impide no mirar de
mala manera a quien no nos cae simpático? ¿cómo conseguimos mantenernos
honrados ante las innumerables oportunidades que se nos presentan de no serlo?
Seguro que cada uno de nosotros tenemos nuestro sistema pero es interesante que
lo repasemos de vez en cuando.
No nos queda más remedio que repasar nuestro
sistema de valores continuamente pues de lo contrario podemos caer en la
tentación de encerrarnos en nosotros mismos y dárnoslas de buenos sin
preocuparnos de las necesidades de los que nos rodean, y con los que tenemos
que compartir todo lo bueno que podamos alcanzar.
A lo mejor alguien cree que me las estoy dando de
bueno, pero está en un error, me equivoco tantas veces haciendo las cosas mal
que paso demasiado tiempo pidiendo perdón y arrepintiéndome, aprovecharía mejor
mí tiempo si me parará a pensar dos veces muchos de mis actos antes de realizarlos.
Feliz Día
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