lunes, 4 de febrero de 2019

Lunes 4 de febrero de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton). 

Hoy si que parece que vamos a disfrutar de un buen día de invierno, por lo menos me parece apreciar que no hace tanto viento, así que cuando salga el sol a las 08:04 horas y nos caliente el ambiente disfrutaremos hasta las 18:25 horas, después cuando el sol nos haya abandonado ya será otra historia, aunque ahora en mi balcón hay una temperatura de 7,7 grados.
En el famoso café de los domingos por la tarde tuve que hacer algunas aclaraciones sobre el “Buenos Días” de ayer, ya se que la inmensa mayoría de gente es honrada y que la mayor parte de los ciudadanos somos buenos, pero no será que quizás es que nos creemos buenos. El giro de la conversación estaba claro, si la gran mayoría somos buenos ¿cómo es posible que haya tanto mal en el mundo?
Si para hacer la diferencia entre el bien del mal nos guiamos solo por nosotros mismos, o por las opiniones que circulan en nuestro ambiente, a menudo nos sucederá que pensaremos que son buenas muchas cosas que no lo son.
Si preguntamos a los que tenemos a nuestro alrededor nos daremos cuenta inmediatamente que se ha decidido que lo bueno y lo malo lo decida el parlamento a través de las leyes, que en nuestra democracia se aprueban por mayorías que no hay que olvidar son cambiantes y así llegamos a creer que las cosas malas son las que castiga el código penal y las que no castigue es que serán buenas, al menos hasta la próxima reforma de la ley.
Como insinuaba ayer, nuestra tendencia hacia el bien es la que nos hace creernos buenos, pues nadie normalmente quiere creerse malo, pero ser buenos es una tarea costosa porque también actúa en cada uno de nosotros una tendencia opuesta de la que es difícil deshacerse, hay que reconocer que muchas veces no hacemos el bien que queremos sino el mal que no nos gustaría hacer.
Aunque claro, hablar de las cosas malas que hacemos no está bien visto, pero ahí está, presente en muchos de nuestros actos. Entonces, ¿De donde sacamos la fuerza de voluntad que nos impide no mirar de mala manera a quien no nos cae simpático? ¿cómo conseguimos mantenernos honrados ante las innumerables oportunidades que se nos presentan de no serlo? Seguro que cada uno de nosotros tenemos nuestro sistema pero es interesante que lo repasemos de vez en cuando.
No nos queda más remedio que repasar nuestro sistema de valores continuamente pues de lo contrario podemos caer en la tentación de encerrarnos en nosotros mismos y dárnoslas de buenos sin preocuparnos de las necesidades de los que nos rodean, y con los que tenemos que compartir todo lo bueno que podamos alcanzar.
A lo mejor alguien cree que me las estoy dando de bueno, pero está en un error, me equivoco tantas veces haciendo las cosas mal que paso demasiado tiempo pidiendo perdón y arrepintiéndome, aprovecharía mejor mí tiempo si me parará a pensar dos veces muchos de mis actos antes de realizarlos.

Feliz Día

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