“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G.
K. Chesterton).
Muy bien, un día más en el que vamos a comprobar
como el sol volverá a salir, y hoy lo hará a las 07:36 horas, y nos acompañara
en este miércoles hasta las 18:51 horas, todo esto se puede considerar como una
noticia verdadera y es muy difícil que se le pueda denominar como “fake news” o
noticia falsa.
Pero las noticias falsas existen, podéis estar
seguros, y lo peor es que es posible que más de una vez nos hayan engañado con
alguna. Hay que recordar que una “fake news” es en sí misma una mentira o sea
“hablar u obrar contra la verdad para inducir a error”.
Así que, podemos pensar que existe una intención
deliberada para engañarnos y lo que es más grave, que muchas veces se intenta
que ese engaño nos conduzca a tomar unas decisiones que serán por lo tanto
equivocadas.
¿Y porque nos engañan con tanta facilidad? Pues
porqué una de las condiciones que debe tener toda “fake news” es que debe
aparecer como plausible o sea que merezca nuestro aplauso, que nos guste. Nos
deben de parecer también verosímiles y que se apoyen muchas veces en nuestras
emociones para suscitarnos desprecio, rabia o frustración.
Pero claro, esto nos dice también que muchas veces
nos engañan porque queremos que nos engañen, nos gusta la noticia y no nos
interesamos en averiguar si son verdad o no y nos eximimos de hacer frente a
esas falsedades. No es fácil darnos cuenta a simple vista si se trata de una “fake
news” pues se basan en datos muy heterogéneos, intencionadamente evasivos y
sutilmente engañosos.
Muchas veces nos basta utilizar el sentido común
para darnos cuenta que nos intentan engañar, y entonces tenemos que buscar la
verdad. No la verdad que nos lleve solamente a sacar a la luz cosas oscuras
sino la verdad que favorece la aproximación a los demás y que busque el bien.
Si nosotros tenemos la responsabilidad de interesarnos
en evitar que nos engañen, quien tiene el compromiso especial de que esto no
suceda es el que por su oficio tiene la responsabilidad de informar, es decir:
el periodista.
Nos tenemos que dar cuenta que el periodista tiene
la tarea, en medio de tantas noticias y en el torbellino de buscar las
primicias, de recordar que en el centro de la noticia no está la velocidad en
darla y el impacto que pueda causar, sino las personas. Informar es formar, es
involucrarse en la vida de las personas. Por eso la verificación de las fuentes
y la protección de la comunicación son verdaderos y propios procesos de desarrollo
del bien común que nos generan confianza.
No quiero decir que el periodismo deba ser “buenista”,
que niegue la existencia de problemas graves y asuma tonos empalagosos. Lo que
quiero decir, por el contrario, que sea un periodismo sin hipocresías, contrario
a las mentiras, un periodismo hecho por personas para personas, y que se entienda
como un servicio a todos y en especial a los que no tenemos la oportunidad de
averiguar muchas cosas.
Feliz Día.
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