lunes, 11 de febrero de 2019

Lunes 11 de febrero de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton). 

Empezamos la séptima semana de 2019, y lo hacemos con la salida del sol ya por debajo de las ocho, para ser exactos a las 07:56 horas y con su crepúsculo a las 18:33, todo perfecto, lástima que sea lunes.
Hay una cuestión que está sonando mucho estos días y que se dice con buena intención, pero, me parece que muchas veces es un desatino. Me parece interesante señalarlo hoy aquí, porque es un error políticamente correcto en el que con frecuencia caemos todos. Me refiero a alentar “a todos” a avanzar por el camino de la “no confrontación”.  Suena bien y, es políticamente correcto. Pero muchas veces es moralmente incorrecto.
La confrontación no es intrínsecamente mala. Es más, a veces es legítima e incluso un deber. Voy a poner un ejemplo: si nos están robando, que la policía confronte a ese ladrón no es malo. Es más, lo que no estaría bien sería lo contrario: que no lo confrontara y me dejara indefenso. Plantarle cara al mal, para defender a otros es prácticamente un deber, sobre todo por parte de las autoridades legalmente constituidas.
Si nos paramos un momento, y, lo pensamos un poco nos daremos cuenta que rechazar cualquier confrontación es una trampa, pues iguala el bien con el mal y la verdad con el error.
Parece evidente que en este “momento delicado” las autoridades españolas tienen el deber legal y moral de confrontar a los que quieren quitarnos a la mayoría de los españoles una parte importante de nuestro país. La ley les obliga a hacerlo y personalmente también tienen el deber moral de defender los derechos de aquellos que les han sido encomendados.
De cualquier forma, y al margen de este caso en particular, creo que es fundamental que los políticos piensen mucho lo que dicen públicamente en nombre de los ciudadanos. Y, sobre todo, conviene que aprendan a distinguir lo políticamente correcto de lo moralmente correcto. A fin de cuentas, de toda palabra ociosa que digan los políticos tendrán que darnos cuenta algún día.

Feliz Día.

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