lunes, 18 de febrero de 2019

Lunes 18 de febrero de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).

Después del descanso de ayer, no en vano era domingo y nos fuimos a correr a Tavernes, ahora, nos encontramos con este lunes que nos dejará ver el sol desde las 07:48 horas hasta las 18:41 horas, si las nubes no lo impiden.
Me sorprendió ayer ver con que facilidad los sentimientos son capaces de influir en nuestros comportamientos, y como nos incapacitan para ver la realidad, anulando con ello el uso de nuestra razón.
No voy a dar ejemplos concretos pero solo tenemos que leer las declaraciones que nos podemos encontrar en los medios de comunicación sobre acontecimientos que son actualidad en estos días y comprobaremos que muchas de las opiniones que se dan se encuentran fuera de la realidad. Muchas de esas declaraciones nos conmueven por las asociaciones de palabras que usan en lugar de conmovernos por las ideas y realidades que nos encontramos debajo de esas declaraciones.
Pero claro, hay que aprender desde jóvenes a poner nuestros sentimientos y los de los demás en su sitio y a saber diferenciarlos. No estoy diciendo que no tengan importancia las emociones o que mostremos nuestros sentimientos, sino que la equivocación nos llega, creo yo, en exagerar un sentimiento que puede deformar o destruir situaciones y que nos lleve a olvidarnos de ciertos derechos y deberes. 
El sentimentalismo en muchos casos, nos incapacita la razón y no distinguimos entre realidad y ficción, y deja sin utilidad nuestra madurez de saber cumplir con nuestro deber cuando éste no coincide con los sentimientos que tenemos. Si razonamos un poco nos daremos cuenta que no suele ser muy grave ser sentimental en cosas pequeñas, pero se agranda cuando se trata de cosas importantes: preferir el cuidado excesivo de un animalito al de una persona, sacrificar el amor a los hijos a mis conveniencias actuales, anteponer por encima de todo la satisfacción presente de los sentimientos amorosos… Y así, al valorar únicamente la satisfacción de sí mismo, somos incapaces de ver las cosas como son en realidad, no cayendo en la cuenta de la grave carencia formativa que padecemos.
No es de extrañar, entonces, que con esta inmadurez el ultra-sentimentalismo llegue a justificar hasta el suicidio por un amor imposible o porque se ha llegado a la conclusión de que nuestra existencia ya no cuenta con suficientes alicientes. Nuestra existencia no se basa en la selección de momentos siempre favorables y en renegar de las dificultades. Tenemos que aprender a convivir con los molestos detalles cotidianos con los que son necesarios enfrentarse diariamente.
Nuestra experiencia nos viene a demostrar que casi siempre lo “ideal” no se corresponde con la realidad, y, hay que aprender a mirar las cosas con objetividad, sin huir del esfuerzo y del dolor, aprendiendo a calibrar las situaciones o decisiones, más o menos trascendentes, para saber comprender y exigir lo mejor, cuidando que el corazón no se descompense y se convierta en el único guía de nuestra vida.

Feliz Día.

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