martes, 22 de octubre de 2019

Martes 22 de octubre de 2019.

"Una cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton).

No se si vamos a tener la suerte de poder ver el sol en este 22 de octubre que celebramos a san Juan Pablo II, un sol que como todos los días lo intentará, hoy desde las 08:17 horas hasta las 19:13 horas.
Durante el fin de semana he podido escuchar en varias ocasiones una crítica que bien se podría confundir con una animadversión y rencor hacia la Iglesia, ante las cuales he sentido tristeza y pena, unas palabras que no he rebatido por haber sido pronunciadas en un sitio y lugar que no se merecían ser contestadas. Decir y pensar que la Iglesia es la culpable de la mayoría de los problemas de nuestra sociedad y que lo mejor que podría hacer es desaparecer, son palabras que, según mi parecer, deberían de venir de personas que reflejan un nivel cultural bajo, que no es este caso, pero lo que si trasmiten es un odio que no se compagina con la tolerancia, y ni siquiera con el respeto a la cultura y a la democracia.
Y claro, después de unos días, uno no puede por menos de preguntarse: ¿por qué ese odio a Dios y a la Iglesia Católica? Mi respuesta casi seguro estará llena de imprecisiones y no se debería de tomar muy en cuenta, pues es solo una reflexión en voz alta.
De lo que nadie duda es que la Iglesia Católica, en la actualidad esta en contra de las ideologías de moda, y que esta podría ser una razón más que suficiente para odiarla. La Iglesia se enfrenta a la dictadura del relativismo, con su no distinción entre Verdad y Mentira, entre Bien y Mal y su negación de la Ley Natural, a la que reducen a un vestigio ideológico y a una reliquia del pasado. Estas ideologías de moda defienden además la cultura de la muerte, lo que molesta especialmente de la Iglesia es su enérgica defensa de la vida, de la familia y de la libertad religiosa.
La imagen de la Iglesia que se ofrece en la mayoría de la prensa no podría ser más tétrica, llegando incluso hasta la caricaturización y a la manipulación más delirante. Pero junto a la historia de sus escándalos y de sus traiciones, existe una historia silenciosa y llena de honestidad de gentes con fe cuyas vidas están repletas de hechos que han contribuido a mejorar nuestra sociedad a través de los siglos, historias que son olvidadas o manipuladas.
Han cambiado mucho las cosas, los pensadores medievales decían; “contra el hecho no valen argumentos”, aquí y ahora por el contrario es la realidad la que tiene que acomodarse a todas las ideologías relativistas, aunque sea faltando a todas las normas del sentido común. Existe un interés en mantener siempre vivo un ataque contra al Iglesia, todo el mundo se está acostumbrando a utilizarla como un saco de boxeo al que pegar siempre. Pues bien, no pasa nada, la Iglesia continuara oponiéndose a muchas cosas, pero porque desea proteger y mejorar a la sociedad en general, porque quiere conducir a la gente a la plenitud de la vida, la salud y a una prosperidad sostenible.
Seamos francos, los ataques a la Iglesia son una realidad que no terminará nunca, al menos en esta vida terrena, pues vivimos en un mundo que se indigna por la muerte de un animal, pero que ignora con indiferencia el asesinato de monjas en África, un mundo que defiende con fanatismo los caprichos de las minorías ideológicas, pero que mira a otro lado cuando se trata de defender el derecho a vivir de los niños abortados… en fin, vivimos en un mundo al que, nosotros los cristianos estamos llamados a renovarlo y que por lo tanto siempre vamos a estar rodeados de problemas.
Así que no nos queda más remedio que releer y recordar más a menudo la hermosa y antigua Carta a Diogneto (siglo II), pues no han cambiado mucho las cosas desde entonces. 

Feliz Día.

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