lunes, 28 de octubre de 2019

Lunes 28 de octubre de 2019.

"Una cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton). 

Comenzamos este lunes, ya con el nuevo horario, así que, hemos adelantado una hora la salida del sol, lo hará a las 07:24 horas y anochecerá a las 18:05 horas. La fiesta de san Simón y san Judas es la que celebramos hoy cuando en el balcón tenemos una temperatura de 15,4 grados.
Ayer estuve es Castalla, y pude observar lo mucho que tenemos que aprender de todo lo que tenemos a nuestro alrededor, de la historia que nos rodea y de nuestras costumbres y tradiciones. Aún no he sido tocado por la sombra del escepticismo ni me he tropezado con el aburrimiento.
Allí, dando una vuelta antes de la carrera, me volvieron las mismas preguntas que se repiten cada vez que me quedo impresionado por lo que me rodea. ¿Qué es la belleza? ¿Qué es la verdad de todo lo que observo? Recuerdo también aquella anécdota tan conocida de Kafka cuando paseaba por Praga con un amigo. Decía Kafka: "La juventud es feliz porque posee la capacidad de ver la belleza. Es al perder esta capacidad cuando comienza el penoso envejecimiento, la decadencia, la infelicidad". Su amigo le preguntó: "¿Entonces la vejez excluye toda posibilidad de felicidad?". Y Kafka respondió: "No. La felicidad excluye a la vejez. Quien conserva la capacidad de ver la belleza no envejece".
Naturalmente, el momento de máxima ansiedad por aprender, de ver y observar la belleza siempre se encuentra en nuestra juventud, es cuando más desarrollado se encuentra nuestro anhelo para ir en busca de la felicidad, del bien y de la verdad de las cosas. Que se mantendrá hasta ir siendo absorbido por nuestra comodidad de conformarnos con lo que solo es útil o quedar fatigados por el cansancio. Entonces los caminos del ver se bifurcan, o a veces se entremezclan, y unos ven únicamente la utilidad de las cosas y otros tan sólo la belleza.
Tenemos que aprender a ver. A sorprendernos de lo conocido. No aburguesarnos en las costumbres del día a día. Y es que aprender a ver es la base de todas las artes, excepto de la música. Ejercitar la vista para abrirnos al asombro. Nuestra pupila ve un paisaje y no lo mira, lo mira y no lo comprende. A la pupila le falta muchas veces la comprensión, ese ponerse en lugar del otro, no recibir tan sólo sino aprehender imágenes y sonidos que nos desvelen lo que ese paisaje lleva dentro.
Es entonces cuando hay que hacer algo más que mirar, tenemos que admirar, y para esto necesitamos tiempo, tranquilidad, mucho más tiempo del que tardamos en almacenar esa imagen en nuestro móvil. Pero, hay que admirar lo admirable.
La admiración, sería nuestra respuesta de sorpresa delante de todo aquello que nos parece magnífico o extraordinario. Pero tal vez sea en la admiración donde se ve con mayor claridad, como va nuestra educación sentimental. Porque con frecuencia admiramos lo que no es admirable... admiramos personas que no merecen tal admiración. Una buena educación de los sentimientos nos llevaría a valorar aquello que realmente tiene valor. Este sentimiento es necesario para nuestro desarrollo en la sociedad.
Una sociedad adulta e inteligente, es aquella que sabe rechazar lo rechazable, y admirar lo verdaderamente admirable.

Feliz Día.

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