jueves, 24 de octubre de 2019

Jueves 24 de octubre de 2019.

"Una cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton). 

Buenos Días: se nos presenta este jueves con muy buena cara, el sol nos esta alumbrando desde las 08:20 horas y parece que lo hará sin interrupción hasta las 19:10 horas, en el día que celebramos a san Antonio María Claret,
Todas las personas que conozco desean ser felices. No recuerdo a nadie que cuando hace algo o deja de hacerlo, su motivo sea buscar su dolor o su infelicidad. No. Todos cuando hacemos algo, cuando pensamos o hablamos, lo hacemos porque queremos poseer aquello que, considerándolo bueno, nos hará felices. Muchas de las cosas que anhelamos, cuando las tenemos, se convierten para nosotros en la representación de una felicidad, aquí y ahora, cuya verdadera identidad puede que desconozcamos, o que nos resulte difícil de ver en ese momento. Pero es el fin por el actuamos. ¡Queremos ser felices, vivir bien!
A todos nos habrá pasado, a lo largo de nuestra vida, que el disfrute de las cosas naturales, ya sean necesarias o superfluas que nos hacen felices, no nos duran todo lo que en el fondo desearíamos: nada dura tanto como para que descasemos de la búsqueda de la felicidad indefinidamente.
Las cosas se acaban, y las relaciones afectivas, por buenas y nobles que sean, flaquean, se enfrían y, alguna que otra, se pierde para siempre. La salud, el descanso, la diversión y el entretenimiento, en esta vida, llevan la marca de la eventualidad. Es un hecho constatado por todos, a veces con lágrimas en el alma, que no alcanzamos en el curso de nuestra vida diaria nada que nos haga, absolutamente, feliz.
Y, es entonces, cuando en la soledad de algunas noches nos hacemos la pregunta: ¿existe acaso algo, vive alguien –esa fiesta que no acabe nunca- en cuya posesión el hombre pueda plenamente descansar? Algo, alguien, que venga a colmar la búsqueda natural que todos sentimos de una felicidad auténtica, inmutable, para siempre…
Dos posibles respuestas encuentro: o existe algo y en algún lugar, que se pueda presentar como garantía de esa deseada felicidad, o estamos condenados desde nuestro nacimiento a la infelicidad, es decir, a estar siempre insatisfechos; por tanto, o a llevar una existencia absurda o, en el mejor de los casos, a entregarnos a todo lo que de inmediato y placentero encontremos, sabiendo que la duración de esa felicidad será tanta como duren, y mientras duren, esos efímeros bienes.
Con todo, creo que esta opción con la que topamos, y que consiste en tener que elegir entre una vida sin sentido, una existencia absurda que muchas veces termina en el suicidio, o entregarse a la satisfacción inmediata de las necesidades básicas, no puede ignorar una tercera vía, aquella que pasa por reconocer, aun en nuestra frágil modestia, que debe haber alguna realidad más allá del sabido alcance de nuestros sentidos, pero capaz de otorgarnos ese sentido de plenitud que buscamos.
En fin, la solución tal vez este en el fondo de nuestra alma.

Feliz Día.

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