lunes, 14 de octubre de 2019

Lunes 14 de octubre de 2019.

"Una cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton).

En el día que celebramos a san Calixto I, el sol empezará a lucir a las 08:09 horas y lo hará hasta las 19:24 horas, mientras que la temperatura ahora en el balcón es de 21,5 grados, la bajada de las temperaturas se continúa resistiendo.
Celebrábamos el sábado la Fiesta Nacional de España, que coincide con la fecha del descubrimiento de América y con la festividad de la Virgen del Pilar, y me di cuenta de lo complicado que resulto para muchos españoles ese día. Me dí cuenta que hablar de “descubrimiento” no es, ahora, políticamente correcto, me dijeron que hay muchos españoles que no les gusta lo del descubrimiento, prefieren hablar del encuentro de culturas y que se preguntan quién descubrió a quién.
Me estuvieron contando que España fue una potencia invasora que impuso su lengua, su civilización y su religión a los pueblos americanos, acabando con sus culturas y religiones autóctonas. Me explicaban que los españoles fuimos unos bárbaros colonialistas, asesinos invasores de unas culturas que eran maravillosas y que nosotros, los españoles, destruimos.
Después de que terminara el día más triste que contento por lo que me explicaban me pregunte: ¿Que se cometieron injusticias y abusos durante la conquista de América? Pues claro que sí. ¿Qué sociedad no comete injusticias y abusos? ¿Miramos los que sufrimos todos hoy en día? No somos perfectos. Pero negar la grandeza de la gesta española en la conquista, civilización y evangelización de América me parece que no refleja toda la historia de lo que sucedió.
Se olvidaron de comentarme que España fundó pueblos y ciudades; creó vías de comunicación y llevó las universidades al nuevo continente. No me dijeron que España aprobó leyes para proteger a los españoles indígenas de América. Pasaron por alto de que, para los españoles, América fue España: no una colonia. Los americanos eran españoles de pleno derecho. Una falta de memoria importante.
No comprendo como se les olvido decirme que las culturas precolombinas vivían en la ignorancia; en la crueldad del infanticidio, de los sacrificios de seres humanos a los ídolos; en guerras inhumanas entre unas tribus y otras. Tal vez no querían deshacer el mito del buen salvaje, que parece ser falso.
Y es que, tal vez no tuve suerte el sábado, estuve con personas a las que les encanta dividir el mundo en buenos y malos, opresores y oprimidos, explotadores y explotados. Y claro, para esa ideología tan simplista, a los españoles les toca ser los malos, los opresores y los explotadores. Me dio la impresión que odiaban a España y lo que representa, me sentí indefenso para defender otra idea que no fuese la suya y lo tuve que dejar para otra ocasión viendo como me iban a tratar de “facha”, de “extrema derecha” y si no lo dejo a tiempo seguramente también de franquista, vamos como si yo fuera lo peor de lo peor.
Ya en casa, reflexionaba y me resultaba realmente patético ese comportamiento. Están superando al esperpento más grotesco con ese odio. Su simpleza me resulta ciertamente de una dimensión grandiosa y ridículamente cómica. Se creen que pueden cambiar la historia a su gusto con leyes y decretos, y curiosamente simpatizan con toda clase de separatistas: con los vascos de Bildu, con los independentistas catalanes, con los secesionistas valencianos, baleares, canarios… Pero creo que están equivocados.
Pues bien, a pesar de que amargaron el día, yo me siento orgulloso de ser español y también católico. Estoy orgulloso de ser compatriota de Hernán Cortés y de Pizarro. De ser español como Juan Sebastián Elcano, como Cervantes, como Quevedo, como Góngora; católico como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz; español como el Marqués de Santillana y como Jorge Manrique; como Velázquez y Zurbarán y Ribera y Picasso y Miró y Gaudí y Albéniz y Falla. Soy español como Ortega y Gasset, como Unamuno, como Miguel Hernández, como Alberti, como Pedro Salinas, como Gerardo Diego, como Jorge Guillén, como Juan Ramón Jiménez, como Azaña, como los hermanos Machado, como Valle-Inclán; católico y español como San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier; como San Francisco de Borja y San Juan de Ávila; como la Madre Maravillas; como tantos y tantos poetas, artistas y santos; como tantos militares y tantos héroes que dieron su vida por Dios y por España.  
Me siento orgulloso de ser español. Me siento orgulloso de mi bandera. Me siento orgulloso de profesar la fe de mis antepasados. Y nada de todo lo anterior impide que el día 9 de octubre me sintiese igualmente orgulloso de ser valenciano. Y espero que muchos de nuestros jóvenes hereden intacto el legado cultural, histórico y religioso de España y también se sientan algún día orgullosos de ser españoles.

Feliz Día. 

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