"Una cosa muerta puede ir con la corriente,
pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton).
En
el día que celebramos a san Calixto I, el sol empezará a lucir a las 08:09 horas
y lo hará hasta las 19:24 horas, mientras que la temperatura ahora en el balcón
es de 21,5 grados, la bajada de las temperaturas se continúa resistiendo.
Celebrábamos
el sábado la Fiesta Nacional de España, que coincide con la fecha del
descubrimiento de América y con la festividad de la Virgen del Pilar, y me di
cuenta de lo complicado que resulto para muchos españoles ese día. Me dí cuenta
que hablar de “descubrimiento” no es, ahora, políticamente correcto, me dijeron
que hay muchos españoles que no les gusta lo del descubrimiento, prefieren
hablar del encuentro de culturas y que se preguntan quién descubrió a quién.
Me
estuvieron contando que España fue una potencia invasora que impuso su lengua,
su civilización y su religión a los pueblos americanos, acabando con sus culturas
y religiones autóctonas. Me explicaban que los españoles fuimos unos bárbaros
colonialistas, asesinos invasores de unas culturas que eran maravillosas y que
nosotros, los españoles, destruimos.
Después
de que terminara el día más triste que contento por lo que me explicaban me
pregunte: ¿Que se cometieron injusticias y abusos durante la conquista de América?
Pues claro que sí. ¿Qué sociedad no comete injusticias y abusos? ¿Miramos los
que sufrimos todos hoy en día? No somos perfectos. Pero negar la grandeza de la
gesta española en la conquista, civilización y evangelización de América me
parece que no refleja toda la historia de lo que sucedió.
Se
olvidaron de comentarme que España fundó pueblos y ciudades; creó vías de
comunicación y llevó las universidades al nuevo continente. No me dijeron que España
aprobó leyes para proteger a los españoles indígenas de América. Pasaron por
alto de que, para los españoles, América fue España: no una colonia. Los
americanos eran españoles de pleno derecho. Una falta de memoria importante.
No
comprendo como se les olvido decirme que las culturas precolombinas vivían en
la ignorancia; en la crueldad del infanticidio, de los sacrificios de seres
humanos a los ídolos; en guerras inhumanas entre unas tribus y otras. Tal vez
no querían deshacer el mito del buen salvaje, que parece ser falso.
Y
es que, tal vez no tuve suerte el sábado, estuve con personas a las que les encanta
dividir el mundo en buenos y malos, opresores y oprimidos, explotadores y explotados.
Y claro, para esa ideología tan simplista, a los españoles les toca ser los
malos, los opresores y los explotadores. Me dio la impresión que odiaban a
España y lo que representa, me sentí indefenso para defender otra idea que no
fuese la suya y lo tuve que dejar para otra ocasión viendo como me iban a
tratar de “facha”, de “extrema derecha” y si no lo dejo a tiempo seguramente
también de franquista, vamos como si yo fuera lo peor de lo peor.
Ya
en casa, reflexionaba y me resultaba realmente patético ese comportamiento.
Están superando al esperpento más grotesco con ese odio. Su simpleza me resulta
ciertamente de una dimensión grandiosa y ridículamente cómica. Se creen que
pueden cambiar la historia a su gusto con leyes y decretos, y curiosamente
simpatizan con toda clase de separatistas: con los vascos de Bildu, con los
independentistas catalanes, con los secesionistas valencianos, baleares, canarios…
Pero creo que están equivocados.
Pues
bien, a pesar de que amargaron el día, yo me siento orgulloso de ser español y también
católico. Estoy orgulloso de ser compatriota de Hernán Cortés y de Pizarro. De
ser español como Juan Sebastián Elcano, como Cervantes, como Quevedo, como
Góngora; católico como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz; español como
el Marqués de Santillana y como Jorge Manrique; como Velázquez y Zurbarán y Ribera
y Picasso y Miró y Gaudí y Albéniz y Falla. Soy español como Ortega y Gasset,
como Unamuno, como Miguel Hernández, como Alberti, como Pedro Salinas, como Gerardo
Diego, como Jorge Guillén, como Juan Ramón Jiménez, como Azaña, como los
hermanos Machado, como Valle-Inclán; católico y español como San Ignacio de
Loyola y San Francisco Javier; como San Francisco de Borja y San Juan de Ávila;
como la Madre Maravillas; como tantos y tantos poetas, artistas y santos; como
tantos militares y tantos héroes que dieron su vida por Dios y por España.
Me
siento orgulloso de ser español. Me siento orgulloso de mi bandera. Me siento
orgulloso de profesar la fe de mis antepasados. Y nada de todo lo anterior
impide que el día 9 de octubre me sintiese igualmente orgulloso de ser
valenciano. Y espero que muchos de nuestros jóvenes hereden intacto el legado
cultural, histórico y religioso de España y también se sientan algún día
orgullosos de ser españoles.
Feliz
Día.
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