viernes, 27 de septiembre de 2019

Viernes 27 de septiembre de 2019.

"Una cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton). 

Hoy vamos a tener sol desde las 07:53 horas hasta las 19:50 horas, y casi, la seguridad de que vamos a poder celebrar con buen tiempo a  San Vicente de Paúl, en su día.
Viendo como se esta preparando la campaña electoral y los acontecimientos, más que interesantes, que nos prepara octubre, he recordado esos versos de Antonio Machado que nos vienen a decir: “¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”.
Todos ya sabemos lo complicado que resulta tratar este tema, sabemos muy bien que todas las verdades son absolutas, en el sentido de que no significa nada hablar de verdades relativas. Veamos, decir ahora que una verdad es relativa es igual que decir que mi coche es relativo. No veo claro que se quiere decir con una verdad relativa, si es que realmente se está intentando decir algo. La verdad no es otra cosa que la realidad de las cosas. Si mi coche realmente tiene cuatro ruedas, es verdad que mi coche tiene cuatro ruedas. Esa verdad sobre mi coche no es relativa a nada. Simplemente es.
He querido aclarar un poco lo anterior para decir a continuación que lo que sí es exclusivamente relativo es una opinión, es decir lo que yo opino sobre algo. Esta claro, una opinión es siempre la opinión de alguien, en caso contrario deja de ser una opinión. No existe mi verdad ni tu verdad, pero si mi opinión y tu opinión.
Si no tenemos claro lo anterior, si no creemos en que existe una verdad es muy complicado llegar a acuerdos de cualquier tipo. En toda discusión, investigación o experimentación se intenta conocer la verdad. Y no sólo a conocerla, sino a conocerla con la mayor certeza posible. Por lo tanto, intentar discutir desconfiando de la certeza de las cosas es como jugar al fútbol haciendo todo lo posible por que el balón no llegue a la portería contraria. Para eso, sería mejor no perder el tiempo en discutir o no molestarse en correr detrás del balón, según el caso.
En algunas de mis conversaciones se me suele criticar que, en algunos temas, me niego a considerar una cuestión aisladamente y me empeño en trasladarla a otras cuestiones más profundas. Por ejemplo, si alguien me pregunta por mi oposición al aborto, es fácil que, junto con argumentos puramente racionales, de otros unidos a mi fe y le hable de la santidad de la vida, de la voluntad de Dios, del deber de amar a los pequeños e indefensos, de la enseñanza de la Iglesia, de la vocación a la Vida eterna, etc. Esto puede resultar frustrante para alguien que discuta conmigo, porque para convencerme de que el aborto es bueno no sólo tendría que darme directamente argumentos a favor del mismo, sino también sería necesario que me convenciera de que la Iglesia se equivoca, de que Dios no existe, de que la vida se acaba con la muerte, etc.
Esta crítica que se me suele hacer no deja de ser curiosa, porque, en principio, el conocimiento racional y, especialmente, un conocimiento que intente ser meramente racional se basa en el encadenamiento de verdades. Y, especialmente, en el encadenamiento de verdades desde las más concretas y superficiales hasta las más generales y profundas. Ese encadenamiento es lo que se llama lógica o razón y es la esencia del conocimiento racional.
Muchas de las controversias que nos encontramos todos los días no llegan a ninguna conclusión porque no se quiere buscar la verdad, nos conformamos con defender nuestra opinión concreta sin querer saber nada más.

Feliz Día.

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