martes, 10 de septiembre de 2019

Martes 10 de septiembre de 2019.

"Una cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton).

Hoy que vamos a celebrar a san Nicolás de Tolentino, lo vamos a hacer con un sol que intentara alumbrarnos desde las 07:38 horas hasta las 20:17, pues las previsiones no son del todo claras.
Después de aquel referéndum que se celebró en Grecia en el que el gobierno después hizo lo contrario de lo que pueblo soberano había elegido, y viendo lo que esta pasando en Inglaterra con su parlamento y el Brexit, pienso que es hora de que revisemos las relaciones entre los gobernantes y los gobernados.
Si nos detenemos un poco a ver cual es el problema que tienen estos meses los políticos ingleses nos daremos cuenta que es una discusión sobre la representación del pueblo, sobre la soberanía, un tema que parecía solucionado desde hace algún siglo. 
Vamos a ver, por un lado hay un claro mandato popular para abandonar la Unión Europea, y por otro hay un parlamento que se opone a un Brexit con la excusa de que se tiene que hacer con unos acuerdos con la Unión Europea. Tenemos también a Boris Johnson que se presenta como la persona que va a realizar la voluntad popular a cualquier precio, de una voluntad de la que se considera intérprete. El tema se complica un poco más cuando en el referéndum no se especificaba cómo debía ser la salida de la Unión Europea.
Lo que en realidad sucede, es que existe un enfrentamiento entre la supuesta voluntad del pueblo expresada a través de un referéndum y la voluntad de la mayoría, encarnada en los parlamentarios. Boris Johnson argumenta que el Parlamento Británico no debería impedir que se cumpla lo que el pueblo soberano ha decidido. Viéndolo así, parece claro, el parlamento es el problema. Por eso se ha cerrado.
Se esta poniendo en evidencia y en cuestión el valor de la democracia representativa para canalizar la soberanía popular, que no lo olvidemos, es uno de los grandes fundamentos de los sistemas constitucionales de la Unión Europea.
Todo parece indicar que las viejas fórmulas de soberanía empiezan a mostrar debilidad, habrá que empezar a buscar otras nuevas, no creo que vayamos a solucionar nada anclados en la nostalgia de la vieja soberanía estatal, como tampoco solucionamos nada pensado que la soberanía popular se expresa mejor a través de la democracia directa. La democracia directa, que se materializa en referéndums que se ganan por dos o tres puntos porcentuales, es, para mí, la mejor fórmula para que las fake news, la desinformación y los poderes que están detrás acaben manipulando e imponiendo su voluntad.
El concepto de soberanía popular que manejamos, probablemente, es una idea que deberíamos repensar, pues la regla de la mayoría no es la única regla. Se exigen mayorías reforzadas, se estima el peso de las minorías, se refuerza el valor deliberativo de los parlamentos, se limita la capacidad de gobernar por decreto, se fortalecen los Tribunales Constitucionales… en fin, una larga historia de progresos democráticos que ahora parecen ser inútiles.

Feliz Día.

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