viernes, 3 de marzo de 2023

¡¡¡viernes, por muchos años!!!

 ¡¡¡Buenos días!!!

Algo tengo que añadir a lo que dije ayer en la parte final, pues parece que muchos de vosotros no lo entendieron bien, seguramente porque lo expresé mal.

Y es que cuando se está enamorado, mientras se sigue estando enamorado se tiene una inclinación natural a hacer promesas. Si recordamos las canciones de amor en todo el mundo, vemos que están llenas de promesas de fidelidad eterna, si habéis estado enamorados lo sabéis muy bien. Lo que hace el cristianismo no es imponer sobre esa pasión del amor algo extraño que es ajeno a esa pasión: lo que hace es que exige a los enamorados que se tomen en serio algo que su pasión por sí misma les impulsa a hacer.

Y, claro está, la promesa, hecha cuando estoy enamorado y porque estoy enamorado, de ser fiel durante toda mi vida, me compromete a ser fiel, aunque deje de estar enamorado. Hay que recordar y tener presente que una promesa debe ser hecha acerca de cosas que yo puedo hacer, acerca de actos: nadie puede prometer seguir sintiendo los mismos sentimientos. Sería lo mismo que prometer que no voy a sufrir nunca más dolor.

¿Pero de qué sirve, podría preguntar, mantener juntas a dos personas cuando ya no están enamoradas? Buena pregunta, y hay una buena razón, aunque a mí me va a ser difícil de explicar. Por eso la dejo para mañana o dentro de unos días. 

No hay comentarios: