domingo, 19 de marzo de 2023

¡¡¡Feliz domingo!!!

 ¡¡¡Buenos días!!! 


Durante estas últimas horas y, pensando en lo que escribí ayer me he dado cuenta de que no me considero una buena persona al cien por cien, es más en muchas ocasiones me comporto como una mala persona. Recuerdo alguna de las cosas que he hecho y me avergüenzo. Por lo tanto, también debería de poder rechazar y odiar algunas de las cosas que hacen mis enemigos.

Recuerdo que se me dijo que debería de odiar las malas acciones de un hombre, pero no odiar al hombre, o, como dirían los cristianos, odiar el pecado, pero no al pecador.

También recuerdo, haber estado mucho tiempo durante mi juventud, pensando que esa era una diferencia estúpida y mezquina. ¿Cómo se podía odiar lo que hacía un hombre y no odiar al hombre? Sin embargo, muchos años después me di cuenta de que en la práctica yo llevaba toda la vida haciéndolo. Y lo hacía con un hombre, lo hacía muchas veces, y ese hombre soy yo, me lo he hecho infinidad de veces.

Y es que, jamás he tenido la más mínima dificultad, por mucho que me disgustasen algunas de mis acciones en continuar queriéndome. Si lo pienso bien, la misma razón que me ha llevado a odiar esas cosas era que al final amaba al hombre. Justamente porque me amaba a mí mismo lamentaba darme cuenta de que era la clase de hombre que hacía esas cosas.

En consecuencia, si eres cristiano, sabes que no hay que evitar odiar la crueldad y la traición, es más deberíamos odiarlas. Sin embargo, el cristiano también sabe que debe odiarlas del mismo modo en que las odiamos en nosotros mismos, o sea, lamentando que ese hombre haya echo esas cosas y esperando, si es posible, que, de algún modo, en algún momento, en algún lugar, el hombre pueda ser curado y humanizado de nuevo.  

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