¡¡¡Buenos días!!!
Si lo pensamos un poco, nos daremos cuenta de que
muchas veces lo que se quiere conseguir con el matrimonio es la respetabilidad
que lleva consigo el matrimonio sin tener las ganas de pagar su precio: o sea,
son impostores, hacen trampa.
Si continúan siendo unos mentirosos y están
contentos, no tengo nada que decir ni que decirles, puesto que hay qué decir a
personas que aún no desean siquiera ser honestas. Si por el contrario han
vuelto a pensárselo y desean ser honestos, su promesa, que ya expresaron, los
obliga. Y esto, como veis ya pertenece a la justicia, a querer ser justos.
Si una persona no cree en el matrimonio permanente,
tal vez sería mejor que vivan juntos sin casarse antes que hacer promesas que
no tienen intención de cumplir. Tengo que añadir que viviendo juntos sin
casarse a ojos del cristianismo no lo están haciendo bien. Pero una falta no es
enmendada añadiéndole otra: la falta de fidelidad no mejora añadiéndole el
perjurio.
Si la única razón para estar casados, o sea para
permanecer casados es la idea de “estar enamorados”, entonces no hay lugar en
el matrimonio para una promesa o un contrato. Y es que, si el amor lo es todo,
entonces una promesa no puede añadir nada, y si no puede añadir nada entonces
es mejor no hacerla.
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