¡¡¡Buenos días!!!
Lo
que dije ayer no tiene nada que ver con el deber de alimentar e hidratar al
paciente, lo que para mí es ineludible. Esto, que va a contribuir a ayudar en
las funciones fisiológicas esenciales, según mi punto de vista no puede ser
suspendido a menos, claro está, que no dé algún beneficio al enfermo, porque su
cuerpo no esté en condiciones de absorberlo o metabolizarlo.
Sin
embargo, lo que acabo de escribir, no es tampoco una anticipación de la muerte,
sino que, pienso que se está respetando la evolución natural de la enfermedad
crítica o terminal.
Si
ahora volvemos al principio de lo que escribí ayer, es un hecho que vemos cada vez más, entre los
enfermos graves o desahuciados, lo que es la inducción al sueño sin retorno.
También voy a incluir aquí a los que no pueden respirar sin auxilio externo y
deben ser “entubados”, hasta que les llegue la muerte natural prevista, ya en
un estado inconsciente.
Para
mí estos casos los encuentro como lícitos, y los considero como la supresión de
la conciencia o sedación, con el fin de ofrecer a esas personas un final de la vida
con la máxima paz posible y en las mejores condiciones interiores. Y esto, por
supuesto, incluye a los niños y a los neonatos.
Sin
embargo, tengo que decir, que cualquier administración que cause directa e
intencionalmente la muerte es una práctica eutanásica y que es inaceptable.
Como
habéis podido leer en estos dos días me reafirmo en mi posición a favor de la
vida, que está basada en la ley moral natural. He intentado aclarar un poco las
ambigüedades que viven a diario muchas personas y familias, que se encuentran continuamente
expuestas a la “cultura del descarte” y que considero como inhumana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario