¡¡¡Buenos días!!!
Aún
me queda algo, tal vez no muy popular, que decir sobre el matrimonio, y es que
si recordamos las esposas cristianas prometen obedecer a sus maridos. Aquí se
nos presentan, sin duda, dos preguntas: ¿por qué ha de haber una “cabeza”? y
¿por qué tiene que ser el hombre?
Para
responder hay que recordar que la necesidad de que exista una cabeza nos viene
de la idea de que el matrimonio es permanente. Claro está, siempre que el
marido y la mujer estén de acuerdo, no es necesario que aparezca la idea de una
“cabeza”, y debemos esperar que no aparezca y que este sea el estado normal del
matrimonio. Pero cuando exista un gran desacuerdo, ¿qué sucederá? Se hablará,
se discutirá, por supuesto, pero estoy asumiendo que la pareja ya ha intentado
solucionar el conflicto y sigue sin llegar a un acuerdo. ¿Qué hacen ahora? No
pueden decidirlo por el voto de la mayoría. Es indudable que entonces solo
puede ocurrir una de dos cosas: o se separan y se van uno por cada lado, o uno
de los dos debe tener un voto decisivo. Y si el matrimonio es permanente, una
de las dos partes debe, en última instancia, tener el poder de decidir la política
familiar. No puede existir una asociación que sea permanente sin una
constitución.
Si ha
de existir una cabeza, ¿por qué el hombre? O ¿hay alguna razón de peso por la
que debería ser la mujer? O la misma pregunta en sentido contrario ¿hay alguna
razón de peso por la que debería ser el hombre?
Creo que las respuestas se deben encontrar en cada pareja y que no
estaría de más que antes de decidirnos por una parte buscásemos nuestras
respuestas a preguntas como las siguientes: Si vuestro perro a mordido al niño
del piso de al lado, ¿con quién preferirías entenderos, con el dueño del piso o
con la dueña? O, ¿quién defenderá más contundentemente al niño ante los
vecinos? O, ¿quién será más pacificador?
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