¡¡¡Buenos días!!!
He
esperado unos días, es fácil que demasiados, para escribir algo sobre el día de
la mujer y, es que un año más, hemos podido ver cómo hay muchas diferencias, e
importantes, en cómo se puede entender el feminismo.
Existe
desde hace años una sensibilidad cada vez mayor en cuanto el papel de la mujer
en nuestra sociedad. Sin embargo, nos encontramos con unas posiciones
deshumanizadas por parte de partidos políticos que según mi entender son algo
más que una enfermedad grave y que no sanara tan fácilmente.
Esos
extremismos están haciendo desaparecer la familia y, por lo tanto, la paz en la
sociedad. Lo que vemos que se está implantando es un individualismo egoísta,
contrario a todo lo que se ha estado intentando enseñar desde hace muchos
siglos: el amor. Es un ambiente verdaderamente preocupante porque influye más
de lo que parece. Se infiltra incluso en los ambientes que podríamos denominar
cristianos, porque es muy fácil caer en el egoísmo, en comparar, medir, pensar en
si me dan o me dejan de dar. Y unas relaciones que empiezan así están llamadas
a terminar mal y pronto.
No
hay duda de que muchas personas creen de buena fe que estos cambios van a traer
unos beneficios para la humanidad, y que sus vidas se han visto mejoradas por
las libertades que solo una revolución podría haber conseguido. Sin embargo,
pienso que esos cambios están provocando al mismo tiempo la destrucción del
entorno natural de la persona, con unas consecuencias que apenas empezamos a
ver y entender.
Nos
encontramos con una gran confusión de los términos, se habla de mi pareja en
lugar de novio, marido o amigo. Como si todo diera igual. Las palabras fuera de
lugar están teniendo repercusiones en cada una de las fases de la vida, lo
podemos observar en el aumento de los problemas psiquiátricos, vemos los daños
en los hogares donde falta el padre o la madre, los daños que está causando la
soledad no solo en nuestros mayores sino en el aumento de las personas que
viven solas y que poco a poco se van aislando, con los problemas psicológicos
que esto conlleva.
Por
eso cuando veo a jóvenes matrimonios con niños pequeños, con unas virtudes que
surgen del amor, de la preocupación de unos por otros, del empeño de dedicar
mucho tiempo a sus hijos, aunque tengan mucho trabajo, me alegro porque eso
marca el futuro.
Cualquiera
de nosotros, con dos dedos de frente y una poca capacidad de observación se da
cuenta de dónde está lo bueno.
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