¡¡¡Buenos días!!!
Vemos con frecuencia que el significado de las
palabras se va olvidando y empiezan a expresar algo que no se corresponde con
lo que la mayoría de la gente piensa. Algo de esto nos sucede con la “caridad”.
Ahora la “caridad” la entendemos simplemente como lo que antes se llamaba
“limosna”, o sea, ayudar a los pobres.
En su origen quería decir muchas más cosas. Veamos,
si una persona tiene el don de la “caridad”, está claro que ayudar a los pobres
es sin duda una de ellas, y por eso las personas podemos llegar a pensar que se
trata solamente de eso.
Sin embargo, en el entorno cristiano nos
encontramos con que significa “amor”, y esto es interesante pues todos sabemos
que el amor en el sentido cristiano no es ni significa una emoción. Se trata de
un estado, no de los sentimientos, sino de la voluntad; por cierto, el estado
de la voluntad que tenemos acerca de nosotros mismos, y que debemos aprender a
tener acerca de los demás. No hay que olvidar el famoso: “ama a tu prójimo como
a ti mismo” o que también se suele decir: "haz a los demás lo que quieras
que te hicieran a ti".
El otro día ya comenté algo, y me parece que no
está de más recordarlo un poco, y es que: nuestro amor por nosotros mismos no
significa que nos gustemos a nosotros mismos. Significa que deseamos nuestro
propio bien. Del mismo modo, el amor cristiano (o la caridad) por nuestros
prójimos es algo muy diferente de la simpatía o el afecto. Nos “gustan” o
“apreciamos” a algunas personas y no a otras. Es importante comprender que esta
simpatía natural no es ni una virtud ni un pecado, al igual que nuestro gusto o
disgusto por una comida no lo son. Son solo hechos. Sin embargo, todo lo que
hagamos acerca de ello sí que puede ser una virtud o un pecado.
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