miércoles, 29 de marzo de 2023

¡¡¡Feliz miércoles!!!

 ¡¡¡Buenos días!!! 


Vemos con frecuencia que el significado de las palabras se va olvidando y empiezan a expresar algo que no se corresponde con lo que la mayoría de la gente piensa. Algo de esto nos sucede con la “caridad”. Ahora la “caridad” la entendemos simplemente como lo que antes se llamaba “limosna”, o sea, ayudar a los pobres.

En su origen quería decir muchas más cosas. Veamos, si una persona tiene el don de la “caridad”, está claro que ayudar a los pobres es sin duda una de ellas, y por eso las personas podemos llegar a pensar que se trata solamente de eso.

Sin embargo, en el entorno cristiano nos encontramos con que significa “amor”, y esto es interesante pues todos sabemos que el amor en el sentido cristiano no es ni significa una emoción. Se trata de un estado, no de los sentimientos, sino de la voluntad; por cierto, el estado de la voluntad que tenemos acerca de nosotros mismos, y que debemos aprender a tener acerca de los demás. No hay que olvidar el famoso: “ama a tu prójimo como a ti mismo” o que también se suele decir: "haz a los demás lo que quieras que te hicieran a ti".

El otro día ya comenté algo, y me parece que no está de más recordarlo un poco, y es que: nuestro amor por nosotros mismos no significa que nos gustemos a nosotros mismos. Significa que deseamos nuestro propio bien. Del mismo modo, el amor cristiano (o la caridad) por nuestros prójimos es algo muy diferente de la simpatía o el afecto. Nos “gustan” o “apreciamos” a algunas personas y no a otras. Es importante comprender que esta simpatía natural no es ni una virtud ni un pecado, al igual que nuestro gusto o disgusto por una comida no lo son. Son solo hechos. Sin embargo, todo lo que hagamos acerca de ello sí que puede ser una virtud o un pecado. 

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