“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
No sé
si se trata de que los días son cada día más largos y eso provoca nerviosismo, o
es que ya va siendo hora de ir preparando la bicicleta para el viaje que se avecina,
y empiezas a querer hacer las modificaciones para mejorar lo
que ya creías que era inmejorable y, entonces te das cuenta de que eres igual
de impaciente que casi todos. Eres un impaciente sociológico. Y, lo peor de
todo es que sabes que lo importante requiere su tiempo, que los buenos guisados
se cuecen a fuego lento.
Ya
has cambiado dos o tres veces la configuración del manillar que tenías en el
viaje al Nordkapp y de la que tan contento terminaste, y, sin embargo, piensas
que se puede mejorar, es más, estas seguro que la nueva funcionará mejor. Te
gustaría saber esperar…Acercarte a la bicicleta y montar los accesorios del
manillar como los tenías el año pasado, y, solamente esperar a que lo que tan bien
te funciono seguirá funcionando. Pero no es tan fácil, no eres paciente,
tampoco ayuda que la paciencia no esté de moda hoy en día. La paciencia se ve
como un consejo de nuestros abuelos, y quizá por eso sea de las cosas más
necesarias.
El
año pasado llevabas el móvil, que lo usabas de GPS, en la parte derecha, el cuentakilómetros
en el centro y el timbre a la izquierda, y no tuviste ningún problema. ¿Por qué
ahora piensas que sí lo tendrás? ¿Por qué has probado ya dos combinaciones
diferentes? Has puesto el móvil a la izquierda, el cuentakilómetros a la
derecha y el timbre al centro, y no lo has encontrado practico. Y ahora lo has
colocado con el móvil en el centro, el cuentakilómetros a la derecha y el
timbre al centro, pero debajo, y estas esperando salir para ver si esta es la
solución perfecta.
Hay
tener paciencia y tranquilidad en estos días de preparación, se supone que hay
que esperar y respetar el paso del tiempo. Supone desear la llegada de mayo y
no tener más que hacer que esperar. Desear y esperar.
Estos
son buenos días para practicar el arte de esperar con paciencia. Desear,
imaginar, echar a volar la ilusión por el viaje que va a llegar… sin que esté
en mi mano adelantarlo. Quizá así nuestra mente esté más preparada para cuando
llegue el momento, para cuando nos subamos a la bicicleta para comenzar. Quizá
así este tiempo no nos pase inadvertido como una tarea más. Quizá así, esta sí,
viva más profundamente estos días hasta el próximo viaje.
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