“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).
La tarde terminará a las 21:19 horas cuando el sol
nos abandone y no será hasta mañana a las 06:56 horas cuando volverá para
darnos luz y calor, mientras tanto vamos a disfrutar de la tarde y de una noche
que esperemos sea un poco más fresca.
No es casualidad el descrédito y el desinterés que
tiene la actividad política, tampoco lo es el desgaste y el aburrimiento de
muchas personas ante el compromiso político. Se debe a un proceso que viene
unido a la crisis que están experimentando las instituciones y a las muchas
trasformaciones que sufre la sociedad moderna. Pero no siempre fue así.
Si tenemos en cuenta que lo político es el espacio
de lo público, entonces es también un espacio de todos, que interesa a todos,
que nos afecta a todos y al que todos tenemos de alguna manera en cuenta. Sabemos
por lo tanto que en política se habla de lo que interesa a todos y que se apela
a la razón de todos. Por lo que la política es un espacio para que todos participemos
y por lo tanto es trasparente a todos.
Todo lo anterior de alguna manera lo sabemos, somos
conscientes de ello, pero, hay normas, leyes, reglas de juego que hay que respetar
para que pueda funcionar en la vida en común en la que se fundamenta la
sociedad. Una de esas normas es que el espacio público esta delimitado, es
distinto del territorio privado. Lo “público” y lo “privado” no deben enfrentarse,
aunque en cada época y cultura puedan variar sus límites. Un peligro que
siempre existe en la vida política es la oposición entre ambos ámbitos.
En nuestra tradición democrática hay un elemento central
que nunca debemos olvidar; la igualdad de cada ciudadano, donde cada uno tiene
los mismos derechos. Todos pueden hablar, proponer, contradecir, en igualdad de
condiciones con todos y cada uno de los demás ciudadanos. A su vez, las
personas designadas por todos para funciones públicas son responsables ante
todos y deben dar cuentas de su gestión.
¿Dónde se encuentra entonces el problema con la política?
¿Por dónde empiezan entonces los problemas? Tal vez, si miramos lo que sucedía en
la antigua Grecia nos podemos hacer una idea. Uno de los rasgos más significativos
de la democracia griega era su carácter gratuito, se renunciaba al cualquier
beneficio particular para ocuparse de lo político, se hacía gratuitamente o en
algunas ocasiones con una especie de “salario mínimo”, evitando así cualquier búsqueda
del beneficio personal. Pero claro, entonces había un problema, que solo los
ricos podían dedicarse a la política, era una buena idea pero limitaba el
acceso a la política a la mayoría de las personas.
Se han buscado durante toda la historia diferentes
formas para solucionar este problema, y tal vez en la solución que se está
dando ahora se encuentre la semilla del descrédito y el desinterés que se tiene
por la política.
Podemos ver algunas de las soluciones que se han
planteado durante la historia para saber hasta que punto la actual es la mejor,
pero eso ya será otro día.
Feliz Tarde.
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