Bon dia a tots!!!
Estos
días se está hablado mucho de la justicia social, algo que vuelve
recurrentemente, sobre todo a raíz de unas declaraciones del presidente
argentino Milei en el acto de cierre de un congreso de Iglesias evangélicas en
el templo Portal del Cielo, en la provincia del Chaco, publicado por la Casa
Rosada, hace solo unas semanas.
Resulta
interesante ver cómo para unos, la justicia social es una invención, que no
sirve para nada, que estorba y que se convierte en refugio de ideologías. Y
para otros es un punto más que necesario, rozando un absoluto y una bandera,
con todos los riesgos, ventajas y desventajas, comprensiones, incomprensiones y
reinterpretaciones que todo esto puede propiciar, olvidando en algunos casos el
valor de la dignidad humana y del bien común, y mezclando causas menos
importantes, esto tampoco lo podemos olvidar.
Para mi la justicia social es un irrenunciable pues se trata de
una consecuencia lógica de mi amor al prójimo. Nosotros, los católicos, tenemos que ser
capaces de reconocer que nuestra fe exige la justicia, y que la justicia
necesita de la fe, y que ambas son inseparables.
Existe
una corriente política que se está poniendo de moda, lo que significa también
que está alcanzando el poder en muchas ocasiones, que tiene una idea muy
particular de la justicia social y que tenemos que estar preparados para verla
con claridad y con todas sus consecuencias.
Algunos
de los párrafos del discurso de Milei nos pueden dar una idea clara de esta
moda. Tengo que recordar que la justicia social, según la entiendo yo, incluye
el principio de subsidiariedad, que valora los organismos intermedios entre el
Estado y los ciudadanos, el principio de distribución equitativa de la riqueza
y el principio de solidaridad con los más necesitados de ayuda, además de la
función social de la propiedad.
Veamos
cómo entiende Milei la justicia social, estas son algunas de sus afirmaciones: “Y en el fondo, ¿de qué se trata la justicia
social? En el fondo, la justicia social no es ni más ni menos que envidia con
retórica. Es decir, es la envidia disfrazada de algo bien pensante, pero no
deja de ser un pecado capital”
“No
debe haber nada más anti judeocristiano que la idea de la justicia social,
porque la justicia social, básicamente, es robarle a una persona el fruto de su
trabajo y dárselo a otra. Es decir, es la caridad impuesta por la fuerza, y la
caridad no puede ser a punta de pistola”
“La
justicia social no sólo implica una violación de los derechos de propiedad,
yendo en contra de la igualdad ante la ley, sino que también viola el primer
principio fundamental de la economía, que es el principio de escasez”
“Lejos
de ser un obstáculo moral, la riqueza puede ser vista entonces como una
bendición para quienes sean fieles a los mandamientos. Y ni que hablar de la
defensa de la vida”
“La
ética del capitalismo moderno encontró en la tradición judeocristiana un
terreno fértil para desarrollarse”.
Si
hago una sencilla comparación veo que hay una enorme distancia entre la
concepción de justicia social de Milei y la católica. Milei, cómo todo buen
político, es un calculador y quiere dar varios mensajes, el que más interesante
encuentro es que nos hace saber su distancia de la concepción de justicia
social de la iglesia, y, por lo tanto, de las ideas de subsidiaridad y
solidaridad que la impregnan. Otro mensaje que encuentro interesante es que les
manda a las fuerzas políticas que comparten, aunque sea parcialmente, el
principio de justicia social católico mostrando a su vez su modelo.
No es
fácil entender la “justicia social” y puede ser un arma con muchos filos. ¿Por
qué? Si parece una cosa sencilla. Acaso la justicia no es dar a cada uno lo
suyo. La clave creo que se encuentra en que se trata de un movimiento que debe
surgir de nuestro interior, pero nunca como un acto automático. La justicia es
moral, es una cualidad práctica que se debe adquirir y practicar con los demás.
La cuestión es que nadie puede hacerme justo, siempre puedo elegir ser injusto.
Entonces si la justicia tiene que estar relacionada con los demás que necesidad
hay de añadirle lo de “social”.
Lo
que está sucediendo es que se niega a las personas la virtud de la justicia. Eso
significa que se busca no que las personas sean justas si no que las leyes sean
justas. Las personas ya no hace falta que practiquen la justicia hacia los
demás. Cualquiera que sea la ley, si los ciudadanos la obedecen serán
prósperos, felices y pacíficos. Se persigue qué ley positiva que se promulgue
es por definición buena y correcta, y que tenemos derecho a lo que nos permite
la ley, olvidándonos de nuestra visión de justicia.
Lo
que se está intentando conseguir es una sociedad que se base en el éxito, no en
la virtud y que se encuentre libre de las “condiciones” que posee la virtud de
la justicia. Se intenta que lo que se dice en una ley sea justo ya que esa ley
nos llevará al bienestar. Por lo tanto, en esa sociedad las personas no
tendrían deberes, sólo derechos, algo no muy claro. Las personas no serían
responsables de hacer nada. Tendrían derecho a recibir cualquier cosa que la
ley les garantizase. El estado define qué es lo debido a todo el mundo. Si no
tengo lo que me corresponde por derecho soy una víctima de la sociedad. Ella es
responsable de mi condición.
Viéndolo
así, un estado perfecto de justicia social garantizaría todos mis derechos, todos
determinados en las leyes, pero no mí o por los actos virtuosos de los demás,
sobre todo por los actos de justicia, fraternidad y caridad. Si se concibe la
justicia social como un conjunto ideal de instituciones que van a tener el
poder de encargarse de todos y cada uno de nosotros lo que se está haciendo es
sembrar la semilla del totalitarismo.
Si yo
digo que estoy “trabajando por la justicia social” y lo que estoy haciendo es
crear un estado en el que todos y cada uno, especialmente los más
desfavorecidos, serán dotados por nuestros esfuerzos estructuralmente
orientados, estaremos equivocándonos respecto a lo que significa justicia. La
justicia no se consigue automáticamente fuera de nosotros mismos. Su
adquisición tiene que incluir las virtudes morales e intelectuales en su
sentido propio. No podemos ayudar a otros a menos que entendamos que es la
virtud de la justica y cómo se adquiere. Un régimen moderno de justicia social
omite alguna relación real - ya sea la justicia, la caridad o la fraternidad -
de una persona con otra
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