domingo, 1 de marzo de 2020

Pararse.

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Otro perfecto domingo que añadir a esa colección de días inolvidables, esos días en los que todo esta bien, en los que se cumplen los objetivos que nos habíamos propuesto y que nos dejan preparados para empezar la semana con ilusión.
Lo que no quiere decir que un buen día no tenga en su interior un paso atrás. Cuando se habla o se trata de un asunto importante, antes de hablar o de escribir parece conveniente pararse un poco y dar un paso atrás. Si recordamos,  nos daremos cuenta que muchas veces hemos dicho lo primero que se nos ocurrió. Mejor dicho, hemos repetido sin ningún tipo de reflexión ni critica algo que hemos oído muchas veces y que lo damos por bueno.
Si esto nos sucede a nosotros en la tertulia con un café lo más probable es que no pase nada. Pero si esto mismo lo hacen los que tienen por oficio pensar, opinar, hablar o escribir públicamente, aquellos cuyo deber es orientar a los demás es otra historia muy diferente.
Estas personas, al igual que nosotros, no se pueden contentar con una primera aproximación, con una visión simple y unilateral. Hay que pararse, reflexionar, mirar las cosas desde varios puntos de vista, intentar ver si se excluyen o son conciliables, si acaso tienen que integrarse en una visión abarcadora. Por eso digo que hay que dar un paso atrás, tomar distancia, tomarse tiempo para tratar temas importantes.
Casi todo lo que se oye hoy en día en los medios de comunicación o se lee en los periódicos nos muestra una escasez de pensamiento. Si se hubiese esperado un poco, si se hubiese seguido mirando, si no se hubiese contentado con cualquier cosa, sin duda habría acertado más después de poner a prueba lo que iba a decir.
Dar otra vuelta a las cosas, ensayar diversas perspectivas, poner a prueba las ideas propias, no dar por supuesto lo que acaso sea verdad, pero dista mucho de ser evidente. Es lo que puede dar alguna garantía de acierto, de lograr la verdad, de entender la realidad. Hay «debates» que parecen dominados por la ignorancia, la obsesión, el puro disparate. Se entablan polémicas estériles, en que nadie tiene razón, en que los enfrentados van perdiendo, a fuerza de exagerar y encasillarse, la poca que podían tener al principio y se condenan a la esterilidad.
Una de las cosas que me preocupan estos días es ver como proliferan los movimientos ciudadanos que se basan en una “feliz idea” que se le ocurrió a alguien. Alguien que se le ocurre una idea que le parece interesante y que se embarca en ella y no ve más allá. Se atrinchera en su “gran idea” y va cada día un poco más lejos, exagera su teoría, la declara incompatible con todas las demás, reduce su campo de visión, no permite que entre en ella nada, cierra los demás elementos que tendría que tener en cuenta. Si lo pensamos un poco, nos daremos cuenta que ha renunciado a la razón.
Muchas de las ideologías que en nuestro tiempo han adquirido enorme difusión y aceptación, que tienen influjo social o político circulan sin ser repensadas, puestas a prueba, en suma, entendidas.
Si se desea popularidad, fama, poder, ése es el camino. Si se aspira a algo más modesto, ver cómo son las cosas, comprenderlas, poner unas en relación con otras, iluminar una parcela de lo real con esa luz que se llama verdad, hay que dar un paso atrás antes de dar por buena una idea, dejar que entren en el campo visual los elementos que están ligados a lo que se está considerando, y no dar ninguna conclusión por definitiva.
Cuando veamos algo con claridad, no hemos hecho más que empezar. Hay que seguir mirando, pensando, avanzando hasta donde sea posible. Hay que renunciar a la notoriedad, a que el nombre propio esté en boca de todos, a la fama, por supuesto al poder.
Se puede, en cambio, tener la tranquilidad de no haber confundido las cosas, de no haber contribuido a la desorientación ajena, de haber permitido que se vean algunas cosas claras, lo que muestra cuántas no lo están todavía, y por tanto son una invitación a seguir pensando, con la seguridad de que no nos van a faltar motivos para seguir con esta actividad apasionante.

Buenas Noches.

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