jueves, 19 de marzo de 2020

Sobreviviré.

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton) 


Sexto día de cuarentena, y ya va siendo hora de ir sacando la artillería, así que junto al café voy a sacar esa canción que junto con el “Nessum dorma” más veces me a ayudado a terminar una maratón, no es otra que el “I will survive” (sobreviviré) de  Gloria Gaynor, ya se que el “resistiré” del Dúo Dinámico es casi el himno de la resistencia al coranavirus, pero a mí, la que a acompañado durante muchos de los últimos kilómetros de una maratón a sido este casi himno de la Maratón de New York, y espero que su estribillo me acompañe en los últimos días de la cuarentena: “¿Pensaste que me derrumbaría? ¿Pensaste que me metería en la cama y moriría? Oh no, no yo, yo sobreviviré, oh, mientras sepa como amar, sé que seguiré con vida. Tengo toda mi vida por vivir, y tengo todo mi amor por dar, y yo, sobreviviré, sobreviviré” 


Sobreviviremos. Ni enrocarse ni ir a la defensiva. La mejor defensa es un buen ataque, y ahora, ese ataque debe ser rápido y apremiante. La pregunta que hoy ha de interpelarnos no es “si sabremos sobrevivir”, sino si sabremos “vivir con lo que hemos aprendido”.
Según la teoría de la evolución expuesta por Darwin, los seres vivos se adaptan a su entorno para sobrevivir. Pero no todos se adaptan por igual, lo que determina que sólo los más fuertes sobrevivan, conforme a la llamada selección natural.
Esto, trasladado al hombre, nos da esa famosa expresión de "adaptarse o morir", como consigna para sobreponerse a las condiciones adversas, para sacar la cabeza fuera del agua si ha subido su nivel. También es famosa la idea que Lampedusa puso en la mente de su personaje, el Príncipe de Salina, en 'El Gatopardo', cuando se convenció de que todo tenía que cambiar para que todo siguiera igual, en aquel caso, sus privilegios.
Se necesita hacer este tipo de reflexiones cuando estamos de lleno en una crisis que sin duda va a cambiar nuestra forma de ver el mundo. Al margen de que, como decía San Ignacio de Loyola, no sea bueno hacer mudanza en tiempos de tribulación, lo cierto es que algo habrá que hacer cuando todo parece cambiar a nuestro alrededor, hasta el punto de sentir una presión vital que nos impide decir o actuar en algún sentido. Ante los acontecimientos que nos envuelven, no son pocos los que recurren al lema de "adaptarse o morir", con la idea de superar este trance desagradable sin perder lo que les parece más importante, por lo general la comodidad a la que se está acostumbrado.
Según mi forma de ver las cosas esta actitud no sólo resulta cobarde, sino que, a la postre, no da los resultados apetecidos. Suelo recordar que el hombre no es un simple animal condicionado por sus instintos, sino un ser diferente a todos los otros por poseer razón y libertad, dones que proporcionan un sentido a su vida que no sólo se realiza en el mero respirar, comer y dormir, sino que requiere la elaboración de un proyecto de vida y luchar por él a lo largo de todos sus años.
Por este motivo me atrevería a afirmar que adaptarse, en los tiempos que corren, no asegura la supervivencia, salvo que nos consideremos animales que busquemos únicamente a nuestras necesidades más elementales. Porque si el hombre es un ser racional y libre, aspira a vivir conforme a la verdad que le es posible conocer, y no sólo al albur de las circunstancias. Éstas no pueden ser impedimento para desarrollar nuestro proyecto de vida, sobre todo cuando incluyen la inversión total de lo que supone el ser humano, de su realidad y su sentido.
Adaptarse no es una solución en las presentes circunstancias, el que de verdad desee sobrevivir deberá optar por la firmeza, por anclar su voluntad en el respeto a la verdad y aguantar el chaparrón. Tampoco se trata de recluirse, de obviar el entorno y transigir con que los cambios que me niego personalmente a aceptar colonicen el resto del mundo.
Nada de silencio, por tanto, nada de ocultamiento, sino confianza en que el peso de la verdad es suficiente, no es preciso imponerla, ni es el camino. Sólo si somos capaces de proponer la verdad aseguraremos nuestra supervivencia.

Buenas Noches. 

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