“La imparcialidad es un nombre pomposo para la
indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)
Hace
dos días que no doy las “Buenas Noches”, y no es porque me distraiga leyendo la
gran cantidad de noticias sobre la epidemia y ahora también pandemia del
coranavirus, no, ha sido por otros motivos, entre los que cabe destacar el
cansancio acumulado por el entrenamiento para la maratón de Boston, que de
momento no está suspendida.
Quién hubiera podido pensar que un microscópico virus puede derrumbar todo el
bienestar y la tranquilidad que estamos disfrutando, como íbamos a imaginar que
tendríamos esta clase de problemas por desear y tener un mundo sin fronteras.
Estamos
viendo casi al minuto como se nos hacen trizas muchos de nuestros logros, como
asistimos al cierre de fronteras, a nuestra fragilidad humana que nos recuerda
que somos mucho más vulnerables de lo que pensábamos. ¡Cuántas lecciones podemos sacar de este problema si, en verdad, sabemos interpretarlo como un
signo de los tiempos!
Menos
mal que no estamos a la intemperie, que tenemos raíces, que poseemos puntos de referencia
y unos vínculos sólidos, que sabemos cuales son nuestras obligaciones en estos
casos de incertidumbre y que las vamos a cumplir.
Comentaba
esta mañana que todas estas incomodidades que vamos a pasar no podrán calmar
jamás las ansias profundas de felicidad que están inscritas en nuestro corazón.
Esta “peste” pasará, como pasaron todas las pestes que conoció la humanidad.
Pero nuestros principios y nuestra idea de entender y ver la vida como un don no
pasarán. Por eso nos conviene entender, de una buena vez, que gracias a nuestra
forma de ver la vida, nos movemos y existimos.
¿Qué
hacer, entonces, frente a esta emergencia? Lo que nos dice nuestra conciencia y
nuestro sentido común; si la vida es un don, defendámosla. Hagamos todo lo que
nos digan para defender nuestra salud, estemos disponibles siempre para ayudar,
y tengamos una caridad exquisita con los infectados.
En
fin, el coranavirus podrá enfermar nuestro cuerpo pero no debe alterar nuestra
alma. Cuidado y prevención, por supuesto, con todos los medios a nuestro
alcance. Pero que lo urgente no nos mate lo importante.
Buenas Noches.
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