jueves, 12 de marzo de 2020

Que lo urgente no nos quite lo importante.

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton) 


Hace dos días que no doy las “Buenas Noches”, y no es porque me distraiga leyendo la gran cantidad de noticias sobre la epidemia y ahora también pandemia del coranavirus, no, ha sido por otros motivos, entre los que cabe destacar el cansancio acumulado por el entrenamiento para la maratón de Boston, que de momento no está suspendida.
Quién hubiera podido pensar que un microscópico virus puede derrumbar todo el bienestar y la tranquilidad que estamos disfrutando, como íbamos a imaginar que tendríamos esta clase de problemas por desear y tener un mundo sin fronteras.
Estamos viendo casi al minuto como se nos hacen trizas muchos de nuestros logros, como asistimos al cierre de fronteras, a nuestra fragilidad humana que nos recuerda que somos mucho más vulnerables de lo que pensábamos. ¡Cuántas lecciones podemos sacar de este problema si, en verdad, sabemos interpretarlo como un signo de los tiempos!
Menos mal que no estamos a la intemperie, que tenemos raíces, que poseemos puntos de referencia y unos vínculos sólidos, que sabemos cuales son nuestras obligaciones en estos casos de incertidumbre y que las vamos a cumplir.
Comentaba esta mañana que todas estas incomodidades que vamos a pasar no podrán calmar jamás las ansias profundas de felicidad que están inscritas en nuestro corazón. Esta “peste” pasará, como pasaron todas las pestes que conoció la humanidad. Pero nuestros principios y nuestra idea de entender y ver la vida como un don no pasarán. Por eso nos conviene entender, de una buena vez, que gracias a nuestra forma de ver la vida, nos movemos y existimos.
¿Qué hacer, entonces, frente a esta emergencia? Lo que nos dice nuestra conciencia y nuestro sentido común; si la vida es un don, defendámosla. Hagamos todo lo que nos digan para defender nuestra salud, estemos disponibles siempre para ayudar, y tengamos una caridad exquisita con los infectados.  
En fin, el coranavirus podrá enfermar nuestro cuerpo pero no debe alterar nuestra alma. Cuidado y prevención, por supuesto, con todos los medios a nuestro alcance. Pero que lo urgente no nos mate lo importante.

Buenas Noches.

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