“La imparcialidad es un nombre pomposo para la
indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)
Otro día que llega a su fin, y lo hace después de haber
soportado un molesto viento que no ha permitido que fuera todo lo agradable que
podía haber sido.
El coronavirus continúa acaparando las primeras páginas de los periódicos digitales, con la compañía de los dos proyectos de ley que se
han presentado en el Consejo de Ministros, de los que ya comentaré algo cuando
tenga tiempo para echarles un vistazo y si encuentro algo interesante.
A raíz de esto he
podido leer que desde el año 1979 se han creado en España 364.267 normas, en
año 1979 se crearon 2012 y en el 2018 casi cuatro veces más, 11737 normas. Son
muchas para poder estar al día en lo referente a las nuevas leyes.
Tengo que decir que de alguna manera lo encuentro normal,
pues tenemos muchas administraciones y mucha clase política y tienen que
legislar. Pero tal vez lo estamos haciendo en demasía y duplicando las normas.
Dentro de todo este inmenso número de normas parece ser
que son las comunidades autónomas con un 71,8% de las normas las que se llevan
la palma, lo que hace más complicado estar al día del sistema normativo
español. Otro dato: la CEOE calcula hay ya más de 100.000 normas activas de las
que 2/3 son autonómicas.
La pregunta que tal vez nos deberíamos de hacer ahora es:
¿Cómo se ha llegado a esto? Una respuesta podría ser la necesidad de justificar
la gigantesca cantidad de políticos y de la burocracia que llevan asociada, pero
podríamos buscar otra respuesta como es la mentalidad estatista de nuestros políticos
y el ánimo de control social que tienen, sin olvidarnos de la cantidad de
legislación hecha a ritmo del titular periodístico sin entrar a valorar las consecuencias
de esos “prontos” legislativos.
Aun así no voy a caer en el simplismo de personalizar en
los políticos toda la culpa, que es mucha, la realidad es que es el sistema que
nos hemos impuesto, en especial su última versión, el que genera esta gran
cantidad de normas y leyes.
En esta sociedad tan progresista, la libertad es algo que
siempre está bajo sospecha. Lo que más teme este sistema, es una sociedad
construida en libertad, de abajo a arriba dejando a cada uno en su ámbito de
actividad la capacidad de regularse y de decidir siguiendo un razonable sentido
de subsidiariedad.
En definitiva, estaría bien que nuestros políticos se
parasen un poco, que no legislarán tanto y que no se crean que son más listos
que nadie por haber recibido un puñado de votos y que eso ya les permite decirnos
desde la velocidad a la que tengo que conducir o que es lo que está bien y lo
que está mal.
Buenas Noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario