“La imparcialidad es un nombre pomposo para la
indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)
Se
me ha pasado el día en un “plis plas”, un sin parar, pero ya ha llegado la
noche y es tiempo para descansar y mirar que es lo que ha pasado en este mundo
que nos ha tocado vivir.
Veo
que seguimos con el coronavirus, prácticamente esta en la primera página de
todos los periódicos digitales, y todos coinciden en que irá a más.
Tendremos
que estar alerta para ver como va evolucionando, sin embargo tengo la impresión
que no son las enfermedades del cuerpo las que más nos amenazan, son las del
alma con las que nos tendremos que enfrentar seriamente en los próximos años.
Ya
se ven los primeros síntomas: falta de capacidad para encontrar motivaciones,
falta de continuidad en nuestros proyectos ante la mínima frustración, controlamos
cada vez peor nuestros impulsos, no regulamos bien nuestro propios estados de ánimo,
somos cada día más incapaces de evitar que la angustia interfiera en nuestra
facultades para empatizar y confiar en los demás.
Son
síntomas, pero hay que empezar a tomar precauciones, tenemos que intentar
mantener un saludable equilibrio entre las emociones y la razón,
ya que si el cerebro no las controla, todo el tiempo actuariamos impulsivamente,
y por el contrario, si no tuviésemos emociones, el cerebro pensante sería
incapaz de tomar decisiones.
Hay que reconocer que la mayoría de nosotros ya
experimentamos algunos síntomas, y creo que no hay que ser expertos para darnos
cuenta, de que, cada día, la sociedad se está deteriorando más.
Es necesario que comprendamos que las enfermedades emocionales,
tales como la depresión, la neurosis y la ansiedad, deben tratarse adecuadamente
mediante el apoyo de un profesional, pero también, aplicar medidas preventivas
como procurar vivir y crear un ambiente de comprensión, en el que exista estabilidad
y seguridad en todo sentido. Por eso, es necesario hacer un serio examen de conciencia
y saber reconocer si perdemos algunas veces el control con arranques de ira o
hemos caído en tristeza profunda o si hemos tenido comportamientos extremos que
hayan herido a los que nos rodean, para que hagamos el esfuerzo por vencer nuestro
orgullo o temor y acudamos a algún grupo que pueda apoyarnos, porque, de
nuestra salud emocional, depende el bienestar de quienes viven con nosotros.
Y, sin miedo, busquemos soluciones.
Buenas Noches.
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