“La imparcialidad es un nombre pomposo para la
indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)
Duodécimo día de cuarentena, todo sigue igual salvo que
he podido disfrutar de unos momentos de sol, un sol tibio pero suficiente para
alegrarme un poco más el día.
Por cierto, se me paso ayer hacer la relación entre el
autentico optimista y la alegría, un tema interesante que sin duda tratare en
otra ocasión. Hoy voy a dejar de lado al optimista y me centrare en la alegría
necesaria para pasar este problema.
Ya se que no parece un buen momento para hablar de
alegría, más bien para llorar pues estamos sencillamente en una situación
alarmante y no estamos precisamente para tirar cohetes a la vista de los
pronósticos, en fin, no voy a continuar por este camino porque, sería como para
decirme: alegría, ¿de qué?
De la alegría de la que quiero hablar tiene que ver poco
con reírse, es una alegría más honda. Una vez leí que amar es alegrarse y, es
verdad, por eso la alegría tiene tanto que ver con nuestra capacidad de
servicio. Me parece que fue Tagore quien escribió; "Yo dormía y soñé que
la vida era alegría. Me desperté y vi que la vida era servicio. Serví y
comprendí que el servicio era la alegría". Esta es la alegría a la que me
refería.
Esta es una visión de la alegría que tiende a ser
olvidada como tal, especialmente en estos días, pero el optimismo es la primera
premisa para llevar a termino nuestros proyectos, y la alegría, la primera para
una agradable y próspera convivencia con todo lo que nos rodea.
Esta claro que es imprescindible, como dije ayer, que
estas actitudes se deben de fundamentar sobre la realidad, es decir, no es
feliz el que se evade del mundo y vive en su burbuja de ilusiones falsas.
Me gustaría pensar que todos los médicos, enfermeras, trabajadores
de los servicios hospitalarios y todos los que están haciendo posible que
estemos enfrentándonos al coranavirus, se sienten alegres cuando terminan su
jornada de trabajo y saben que han servido a los demás, que se sientan alegres
por su labor de servicio.
A menudo la sociedad nos vende alegría por los cuatro costados, dando a nuestros sentidos “gato por liebre”, tirándonos al barranco de las sensaciones, perdiéndonos en sentir o experimentar impulsivamente sin ningún trasfondo, y al final de todo, no encontramos nada.
A menudo la sociedad nos vende alegría por los cuatro costados, dando a nuestros sentidos “gato por liebre”, tirándonos al barranco de las sensaciones, perdiéndonos en sentir o experimentar impulsivamente sin ningún trasfondo, y al final de todo, no encontramos nada.
El sufrimiento, forma parte irrevocable de nuestra
condición humana, y saber vivir en él es señal de comprender su sentido, en el
que a través de la comprensión se llega a encontrar la más sincera alegría. Pese
a lo misterioso que resulte, que el sufrimiento es un camino difícil, muy
difícil, pero en el que no se abandona la alegría.
Pues sufrimiento y felicidad no son antónimos, pese a que
hoy se nos presenten como tales.
Me voy a dormir con alegría, con la alegría de saber que quedandome en casa cumpliendo la cuarentena estoy ayudando a los demás y que mi sacrificio no va a ser gratuito.
Me voy a dormir con alegría, con la alegría de saber que quedandome en casa cumpliendo la cuarentena estoy ayudando a los demás y que mi sacrificio no va a ser gratuito.
Buenas Noches.
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