jueves, 26 de marzo de 2020

Alegría.

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Duodécimo día de cuarentena, todo sigue igual salvo que he podido disfrutar de unos momentos de sol, un sol tibio pero suficiente para alegrarme un poco más el día.
Por cierto, se me paso ayer hacer la relación entre el autentico optimista y la alegría, un tema interesante que sin duda tratare en otra ocasión. Hoy voy a dejar de lado al optimista y me centrare en la alegría necesaria para pasar este problema.
Ya se que no parece un buen momento para hablar de alegría, más bien para llorar pues estamos sencillamente en una situación alarmante y no estamos precisamente para tirar cohetes a la vista de los pronósticos, en fin, no voy a continuar por este camino porque, sería como para decirme: alegría, ¿de qué?
De la alegría de la que quiero hablar tiene que ver poco con reírse, es una alegría más honda. Una vez leí que amar es alegrarse y, es verdad, por eso la alegría tiene tanto que ver con nuestra capacidad de servicio. Me parece que fue Tagore quien escribió; "Yo dormía y soñé que la vida era alegría. Me desperté y vi que la vida era servicio. Serví y comprendí que el servicio era la alegría". Esta es la alegría a la que me refería.
Esta es una visión de la alegría que tiende a ser olvidada como tal, especialmente en estos días, pero el optimismo es la primera premisa para llevar a termino nuestros proyectos, y la alegría, la primera para una agradable y próspera convivencia con todo lo que nos rodea.
Esta claro que es imprescindible, como dije ayer, que estas actitudes se deben de fundamentar sobre la realidad, es decir, no es feliz el que se evade del mundo y vive en su burbuja de ilusiones falsas. 


Me gustaría pensar que todos los médicos, enfermeras, trabajadores de los servicios hospitalarios y todos los que están haciendo posible que estemos enfrentándonos al coranavirus, se sienten alegres cuando terminan su jornada de trabajo y saben que han servido a los demás, que se sientan alegres por su labor de servicio.  
A menudo la sociedad nos vende alegría por los cuatro costados, dando a nuestros sentidos “gato por liebre”, tirándonos al barranco de las sensaciones, perdiéndonos en sentir o experimentar impulsivamente sin ningún trasfondo, y al final de todo, no encontramos nada.
El sufrimiento, forma parte irrevocable de nuestra condición humana, y saber vivir en él es señal de comprender su sentido, en el que a través de la comprensión se llega a encontrar la más sincera alegría. Pese a lo misterioso que resulte, que el sufrimiento es un camino difícil, muy difícil, pero en el que no se abandona la alegría.
Pues sufrimiento y felicidad no son antónimos, pese a que hoy se nos presenten como tales. 
Me voy a dormir con alegría, con la alegría de saber que quedandome en casa cumpliendo la cuarentena estoy ayudando a los demás y que mi sacrificio no va a ser gratuito. 
Buenas Noches.

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