"Una cosa muerta puede ir con la corriente,
pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton).
Buenos
Días: Otro día que, a pesar que desde las 08:03 horas hasta las 17:39 el sol
nos debería de alegrar el día con su luz, no lo va hacer, tal vez porque hoy
vamos a celebrar la festividad de santa Barbara que algo tiene que ver con el
tema de los truenos y las tormentas.
Si
ayer comente de pasada lo que se celebró el 25 de noviembre, hoy voy a escribir
algo sobre la Cumbre del Clima que comenzó ayer. Por supuesto que soy ecologista
y, tal vez, cada día lo sea más. Lo soy desde mi infancia, no me he subido a
ninguna moda, mi madre me enseño que ser un guarro y tirar la basura en
cualquier lugar esta mal hecho y por lo tanto es pecado. Ya lo era antes y lo
sigue siendo ahora. Estropear todo lo que nos encontramos en la naturaleza,
abusar y hacer un mal uso de lo que nos encontramos en el campo eran también
parte de las cosas que me enseñaron que estaban mal hechas. Estas enseñanzas
que recibí, las recibí no porque mis padres se sintieran ecologistas, lo eran
sin saberlo, sino porque me educaron en la creencia cristiana.
Ya
se, estoy seguro que muchos se estarán extrañando, pero estoy seguro que hace
mucho tiempo que no se repasan el Catecismo, ya se, estoy seguro otra vez que
los no cristianos, y algunos cristianos, no se han enterado todavía que el
séptimo mandamiento exige el respeto de la integridad de la creación. Que tanto
los animales, como las plantas y los seres inanimados, están naturalmente
destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura. Que el uso
de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede ser
separado del respeto a las exigencias morales. Al menos así me lo enseñaron mis
padres.
Pero
bueno, ahora parece que “los tiros no van por ahí”, tenemos ya el planeta en
mal estado y tenemos que hacer algo más, y tenemos que confiar en la especie
humana, en nuestra inteligencia, pues somos capaces de vivir en muchos tipos de
paisajes y de climas, somos capaces de buscar soluciones, de trabajar por un
planeta más limpio, más verde, con animales que llamen nuestra atención y den
alegría a nuestra insaciable hambre de ciencia y de belleza.
Lo
he dicho antes, la preocupación por el ambiente, por la ecología, no es algo nuevo.
También los antiguos soñaban con un mundo equilibrado, con ciudades bien organizadas
y funcionales, con praderas verdes y árboles repletos de frutos. Pero quizá hoy
más que nunca nos hemos dado cuenta de que podemos destruir en pocos minutos un
bosque que ha crecido durante años o, incluso, siglos; o que somos capaces de
eliminar en pocos meses algunas especies de animales o de plantas que
querríamos seguir teniendo a nuestro lado.
Vale
la pena invertir energías y dinero para un mundo mejor. Pero sin olvidarnos
nunca del lugar privilegiado que ocupa el ser humano, de las necesidades
básicas de millones de personas a los que falta comida, medicinas, cuidados básicos.
Al apoyar la ecología hay que saber dar el primer lugar a los hombres y mujeres
más desamparados, y saber promover un ambiente más saludable y más hermoso para
todos.
Feliz
Día.
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