martes, 31 de diciembre de 2019

El objetivo de un nuevo año no es que…


“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Buenos Días:
Comienza mañana un año nuevo, un año que pretende estar lleno de experiencias, que si bien no son nuevas, pues ya las he realizado de alguna manera durante el transcurso de mi vida, es verdad que ahora las realizare con una visión y forma distinta, pues distintas son las circunstancias de la vida con el paso de los años.
Si nos paramos un poco a pensar, nos daremos cuenta que cada uno de nosotros lleva en su interior un paraíso perdido, aunque no todos percibamos de igual manera su recuerdo. Con la nostalgia de ese paraíso nuestra vida se convierte en una busca continua, en un camino hacia los paraísos que vemos unas veces en nuestro interior y otras veces fuera de nosotros. Nos convertimos en una especie de viajeros que siempre estamos huyendo de los pequeños paraísos que encontramos hacia ese gran Paraíso que anhelamos alcanzar y que no sabemos encontrar.
Después de casi toda una vida ya creo saber dónde se encuentra ese Paraíso, por lo que las experiencias que pienso afrontar no me lo van a descubrir, aunque tal vez certifiquen que tenía razón. La dificultad de ese Paraíso tan buscado está en que no lo voy a poder alcanzar ahora, y solo me queda hacer lo mejor que pueda ese camino hasta poder alcanzarlo y llegar lo mejor preparado para poder disfrutarlo.
Este deseo de encontrar y llegar hasta el Paraíso, no es solo mío, lo ha expresado el hombre desde la más remota antigüedad hasta nuestros días en multitud de mitos, leyendas, poemas y cantos. Lo vemos ya en Ulises que navega incansable por los mares a la búsqueda de su isla Itaca, también encontramos esa búsqueda en Eneas que una vez destruida Troya, emprende un largo viaje para crear un nuevo hogar y se enfrenta contra enemigos de fuera y dentro de sí mismo. La Biblia entera, desde las primeras páginas del Génesis hasta las últimas del Apocalipsis, está toda ella repleta de metáforas, de gestos, de visones, a través de las cuales expresa el hombre creyente los sueños de un Mesías salvador que restaure la felicidad del Paraíso.
En el 2020 no voy a buscar ni a recorrer ese camino, ya lo conozco y sé dónde está, pero la mayoría de las personas con las que me encuentro se enfrentan con la dificultad de no saber hacia dónde mirar, por donde buscar, hacia donde ir. Para muchos está en el goce del instante presente, en disfrutar plenamente de ese viaje largamente planeado. Y se pasean todos los días por todos los placeres fáciles que ofrece la vida, incapaces de levantar la cabeza y darse cuenta que esos goces inmediatos nunca van a aquietar sus deseos.
Para otros, lo ven todo tan complicado que no se permiten ni siquiera soñar con unos horizontes nuevos. Y, es imposible emprender un camino hacia ningún lugar. Lo ven todo negro. Y se quedan en la casa caliente de su cómoda vida.
Los tres acontecimientos principales que me he propuesto para este 2020, no los voy a realizar como una búsqueda sino como una confirmación; la Maratón de Boston, el viaje en bicicleta al Cabo Norte y el Camino de Santiago a pie, no me van a decir nada nuevo, yo, ya sé que tengo que estar agradecido cada mañana por afrontar un nuevo día, y sé además a quien darle las gracias, por eso voy a disfrutar con cada kilómetro de entrenamiento para poder correr en Boston, con cada pedalada y con cada paso.
Cada una de estas actividades, no obstante, tienen un objetivo que cumplir, que durante los próximos meses iré mostrando, unos objetivos que servirán para ir cerrando puertas y poder abrir otras. No podemos quedarnos en la sala de espera pensando que puerta abrir durante mucho tiempo, hay que pensar pero no vivir en una sala de espera.
¿Qué espero del año nuevo? Tal vez me sirva, como tantas veces, una frase de Chesterton: “El objetivo de un nuevo año no es que deberíamos tener un nuevo año. Es que deberíamos tener una nueva alma”. G. K. Chesterton.
Feliz Día y Feliz 2020.

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