domingo, 29 de diciembre de 2019

Domingo 29 de diciembre de 2019.


“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton) 

Buenos Días: Después de escribir la “columna” de hoy me he dado cuenta que no funciona internet, una situación embarazosa pues tengo la impresión que me falta algo, no puedo poner en el blog lo que he terminado de escribir, en fin esperaremos.
Mientras espero el regreso de internet he repasado lo que he escrito, y me he dado cuenta que nada de lo que digo o escribo es nuevo, alguien ya lo ha escrito y mejor, es como estar descubriendo algo y darte cuenta que ya está descubierto y que además ya lleva siglos deambulando por ahí.
Ya sé que llegamos a conclusiones o a tener una idea sobre algo, en la mayoría de los casos por haber recibido información desde fuera o gracias al entorno en el que nos encontramos, pero me gusta pensar que muchas veces las conclusiones a las que llego son mías, a pesar de que sean conclusiones ya viejas. Por eso, si puede parecer que muchas de ellas son puro teatro, lo que en realidad sucede es que el “puro teatro” soy yo y no mis ideas.
Releyendo algunas de estas entradas en el blog me doy cuenta que nadie podrá encontrar, algunas, más ridículas que de lo que las encuentro yo, soy yo el que por su rareza o extravagancia mueve o puede mover a risa, por eso pienso que nadie protestará y me lo dirá con más ímpetu de lo que me lo digo yo. He visto que a veces me esfuerzo escribiendo mis verdades con una lamentable exageración, diría que juvenil, y estoy seguro que habré recibido por ello la crítica más adecuada, a pesar de esto, yo conservo mis verdades, que son verdades, a pesar de que no son mías.
Alguna vez he llegado a pensar en la ridícula situación de creer que estaba sólo con mi forma de pensar, cuando en realidad no es así. Es posible que haya intentado ser original, en alguna ocasión, pero sólo he llegado a ser una mala copia de tradiciones ya existentes.
Es posible que alguien se esté divirtiendo con la crónica de este feliz ridículo, es posible que un amigo o un enemigo se entretenga leyendo cómo gradualmente voy intentando cumplir con todo lo que voy escribiendo, cosas que ya pude aprender en mi juventud, es posible que haya diversión, o que no la haya, en leer cómo voy encontrando poco a poco lo que pude encontrar fácilmente hace muchos años con solo mirar a mi alrededor.
Si alguien se entretiene enterándose cómo lo que observa todas las mañanas al levantarse, o las frases que se oyen en el bar, o los problemas de los políticos, o las preocupaciones de los jóvenes, se unen para producir una cierta convicción de cómo es la vida, ese alguien posiblemente pueda leer este blog con gusto.
Gracias a la falta de internet he podido releer algunas entradas de este blog, y tengo que decir que aunque sea mi blog, no hay nada en el mundo que me pueda inducir a leerlo con asiduidad, pues lo escrito, escrito está, y no quiero estar cuestionándome continuamente lo que escribí.  
Añado una información, seguramente pedante, estos escritos se limitan a poner sobre la mesa cuál es el eje central de mis ideas y que en ellas se halla el mejor punto de apoyo para afrontar la vida. Este blog no es un tratado sobre la vida, sino una autobiografía un poco alborotada.
Por cierto, ya tengo internet, lo que escribí para hoy lo dejo para mañana.
Feliz Día.

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