"Una cosa muerta puede ir con la corriente,
pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton).
Comenzamos
la primera semana del último mes del año, y lo hacemos después de “otro”
intenso fin de semana en el que hemos participado en la Maratón de Valencia, y
lo hemos hecho con tres minutos menos que el año pasado, todo un éxito.
Todo
lo anterior nos lleva junto con la meteorología a quedarnos en casa a recuperarnos
y ha disfrutar de un apacible lunes de lluvia. Un día en el que creo que el sol
no nos acompañara desde las 08:01 horas hasta las 17:39, eso si, celebraremos
la fiesta de santa Aurelia.
He
dormido muchas horas esta noche, tal vez por eso me he levantado con una sensación
extraña, una sensación como si la jornada de ayer no hubiera sido todo lo perfecta
que yo pensaba, la sensación de que algo malo sucedió. No se porque pero algo
me corroe y no lo puedo identificar.
Es
como si no pudiera diferenciar claramente lo que estuvo bien y lo que estuvo
mal, como si fueran parte “del mismo valor”, algo así como lo positivo y lo negativo.
Ya se que hubieron cosas o aspectos positivos y por supuesto negativos, pero no
me estoy refiriendo a eso, la sensación es que hubieron cosas buenas y cosas
malas.
Ahora
empiezo a verlo, no todos los aspectos negativos lo fueron, sino que alguno pudo
ser una acción mala. Todos sabemos que
se puede hacer algo bueno por un buen motivo, pero en cambio no se puede hacer
nada malo por un mal motivo. Cualquiera que sea el mal que se pretenda hacer,
siempre y sin excepción se hará por un motivo bueno en sí. Un ejemplo; el ladrón
roba para enriquecerse y para proporcionarse cosas buenas con el dinero robado,
es decir, de mala manera. Por lo tanto, un hombre arruina al enemigo odiado.
¿Por qué? Para recuperar la propia estimación satisfaciendo su venganza o para
disfrutar con la espantosa agonía del enemigo. Pero el vengativo quiere en
definitiva proporcionarse algo «bueno» de forma depravada, infame, maligna;
quiere un «bien» deformado y pervertido; pues recuperar la propia estimación o
proporcionarse alegría son cosas buenas en sí. Lo que pasa en estos casos es
que el camino que se sigue es malo.
Y
es aquí donde esta la dificultad, el odio, el afán de venganza, cualquier tipo
de acto de violencia, todos los delitos, todos, necesitan la existencia
primaria (¡es decir anterior!) del Bien y todos los delitos se cometen porque
el delincuente espera obtener de ellos algo bueno para sí. Por tanto, el Bien y
el Mal no son iguales, no son antípodas naturales como lo positivo y lo
negativo.
Cuando
alguien recibe un agravio, o algo que le parece un agravio, si es persona poco
capaz de controlarse, es fácil que eso le parezca cada vez más ofensivo, porque
su memoria y su imaginación avivan dentro de él un gran fuego gracias a que da
vueltas y más vueltas a lo que ha sucedido.
Si
cada uno recordamos alguna ocasión en que, sintiendo un impulso de cólera, nos
hayamos refrenado, y otro momento en que nos hayamos dejado arrastrar por ella,
comparando ambos episodios podremos fácilmente sacar conclusiones interesantes.
Basta pensar en cómo nos hemos sentido después de haber dominado la ira y cómo
nos hemos sentido si nos ha dominado ella. Cuando sucede esto último,
experimentamos enseguida pesadumbre y vergüenza, aunque nadie nos dirija ningún
reproche.
Basta
contemplar serenamente en otros un arrebato de ira para captar un poco de la
torpeza que supone. Una persona dominada por el enfado está como obcecada y
ebria por el furor. Cuando la ira se revuelve y agita a un hombre, es difícil
que sus actos estén previamente orientados por la razón.
Y
cuando esa persona vuelva en sí, se atormentara de nuevo recordando lo que
hizo, el daño que produjo, el espectáculo que dio. Pensará en quiénes
estuvieron presentes, en esas personas en cuya presencia entonces quizá no
reparo o no dio importancia, pero que ahora le inquieta recordar. Y tanto si
eran gente amiga o menos amiga, se sentirá ante ellos profundamente
avergonzado.
En
fin, en un excelente día siempre nos podemos encontrar con situaciones que nos
llegan a causar malestar y vergüenza ajena.
Feliz
Día.
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