"Una cosa muerta puede ir con la corriente,
pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton).
Buenos
Días: Vamos a ver como transcurre este jueves en el que es fácil que algún rayo
de sol podamos ver desde las 08:04 horas hasta las 17:39 horas, no estaría mal
que en la fiesta de santa Crispina la meteorología
nos diera alguna alegría.
Hace
meses que vemos el lío que tenemos montado con la falta de gobierno y con los
esfuerzos que se están haciendo para tenerlo, vemos también que cada vez más
gente se empieza a preguntar “¿qué va a pasar?”, cuando creo que ya va siendo
hora de preguntarnos “¿qué vamos a hacer?”.
La
consecuencia de hacernos la primera pregunta y no la segunda es la paralización
de los proyectos personales que teníamos y el dejar de sentir nuestra vida como
una empresa llena de ilusión. La existencia de dificultades para contestar a la
segunda pregunta, que es evidente, tendría que ser un estímulo, un aliciente
para buscar proyectos que nos sean atractivos.
Pero
avanzar en la respuesta a la segunda pregunta, que es posible y que puede
llevarnos a entusiasmarnos necesita de algunas condiciones que son difíciles de
cumplir por el desaliento que estamos sufriendo, y lo estamos sufriendo por la desastrosa
tendencia a prestar atención a los que solo quieren “hacer daño” y que están
cautivos de sus “fijaciones”.
Es
complicado ver la “luz” entre tanta “niebla”, pues se ha sustituido la “retórica”
por la “propaganda” y esto es un hecho que resulta desastroso. La retórica, la
buena retórica, consistía en mover a las personas mediante la palabra, y no
necesitaba mentir, sino apelar con el estilo poético a los resortes profundos
del ser humano. La propaganda manipula a los hombres despreciándolos mediante
la mentira, la distorsión de la realidad, su ocultamiento. Y esto está tan
arraigado, y el talento literario es tan escaso, que es problemático pasar del
aterrador dominio de la propaganda al ámbito salvador de la buena retórica
veraz e ilusiónate.
Es
necesario que la palabra justa y expresiva, capaz de hacer entender y de entusiasmar,
de movilizar lo mejor de los ciudadanos este presente en nuestra sociedad.
Lo
anterior, debe ser obligatorio para el político honrado. Si miramos ahora lo
que esta sucediendo en España, vemos que esto se echa de menos, de una manera
que a mí me parece angustiosa. Pero la solución es sencilla, no requiere más
que tener presente la realidad, no falsearla, no ocultarla, no engañar -y esto necesita
ante todo no engañarse-. Existe también otro requisito: saber distinguir los grados
de importancia de los asuntos, los problemas, las opiniones. Todos sabemos que hay
instituciones o grupos sociales que se atribuyen una importancia de que carecen.
Me asombra el tiempo y la atención que se presta a minucias, que interesan sólo
a unos cuantos, y con frecuencia por motivos poco estimables, mientras se pasan
por alto cuestiones de verdadera importancia o se despachan con ligereza.
Se
pueden hacer muchas cosas, que no tienen por qué ser fáciles, pero que son
posibles, convenientes, algunas simplemente necesarias, obligadas por la realidad.
Hay que pensarlas con rigor, justificarlas ante la opinión, movilizar su consentimiento
y sus energías. Hay que volver a despertar el entusiasmo con que se inició la
época en que estamos, no dejarlo languidecer; hay que extremar el rigor, la
exigencia, no pasar por movimiento mal hecho, no obstinarse en ningún error y
no renunciar al acierto, no dejarse intimidar por la jactancia o la amenaza.
El
que haga esto contará con el apoyo, probablemente con el entusiasmo, de la gran
mayoría de la población, que está en gran parte "cautiva" por una red
bien organizada de falsificaciones y deformaciones. Se discute mucho sobre lo
que necesita España; yo diría algo muy sencillo: abrir las ventanas, dejar que
el aire de la verdad sustituya al viciado y confinado que se respira.
¿Qué
le vamos a hacer? Tengo una manía, acaso una enfermedad a creer que, en todos
los órdenes, desde los más modestos e inmediatos hasta los más elevados que la única
solución es la búsqueda de la verdad.
Feliz
Día.
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