“Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos
creer.” (J.H. Newman)
Hoy el día se me ha echado en
cima, parece que esta segunda mitad de agosto se me enmaraña, y esa buena costumbre
de terminar las cenas con un gin-tonic me esta creando algunas dificultades,
sobre todo al día siguiente.
Ya se que tal vez no utilice
con la frecuencia necesaria el móvil ni todo lo que me puede aportar pero es
que tenia que romper con esa costumbre que ya se había convertido en vicio.
Recuerdo que cuando me
despertaba por la mañana lo primero que hacía era mirar el móvil para ver si
tenia nuevos mensajes, y este gesto lo repetía muchas veces durante el día,
incluso cuando estaba fuera de casa con los amigos. Por cierto, también era la última
cosa que hacia antes de dormirme.
Pienso que tenía una
dependencia, tal vez no era una verdadera enfermedad pero cuando me dí cuenta
me empezó a molestar. Por cierto, descubrí que tiene un nombre, se le llama “nomofobia”.
”. El término, que es un neologismo utilizado en 2008 en un estudio inglés,
está constituido por “nomo”, que no tiene nada que ver con la palabra griega
nomos (ley) sino que es en cambio la abreviatura de la expresión inglesa
no-mobile, y por el sufijo -fobia, e indica ese estado de ansiedad típico de
quien teme quedarse desconectado o de no tener acceso a las redes de telefonía
móvil.
Es cierto que es una
herramienta muy útil, me pierdo o mejor dicho retraso algunas cosas pero los días
son muy largos y la tranquilidad con la que transcurren no tiene precio.
Feliz y Dulce Día.
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