“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)
Estoy viendo hace meses que
hay una serie de hechos que se han instalado entre nosotros y que tienen unos
tintes de desastre, y que, se están convirtiendo en una noticia cotidiana.
Son sucesos que describen
desgracias que suceden habitualmente lo que las hacen muy peligrosas, porque
terminan por confundirse con una noticia normal dentro de los informativos
diarios y no nos paramos a pensar si se esta buscando la solución.
Una de esas es claramente el
cementerio en el que se ha convertido el Mediterráneo, donde en verano se
cruzan las estelas de los cruceros turísticos, con las balsas de la muerte.
¿Demagógico? Si, claro, es la demagogia de los hechos.
Para mí, el centro del
problema es más o menos este: la diferencia de ingresos entre el África Subsahariana
y Europa es de 1 a
10, vamos a ver, esto significa que una persona que vive en la pobreza relativa
o riesgo de pobreza en Europa, tiene unos ingresos que pueden ser hasta 6 veces
superiores a un africano subsahariano, y aunque un euro entre nosotros dé para
muchísimo menos de lo que pueda servir en aquellos países, el atractivo es
demasiado fuerte.
Es como si cruzando un par o
tres de fronteras nosotros pudiéramos emigrar a un país que tuviera una renta
por persona de 200.000 euros. La incapacidad de Europa para afrontar esta situación
que mezcla, en dosis tan dramáticas, sufrimiento, muerte y deseo de una vida
mejor, es una catástrofe.
Mañana buscare otro de esos
hechos diarios que son ya tendencia dentro nuestra vida cotidiana y a los que
de momento no veo que nadie encuentre una solución.
Feliz Y Dulce Día.
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