martes, 21 de agosto de 2018

Martes 21 de agosto de 2018.

“Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos creer.” (J.H. Newman) 


Igual que todos vosotros, yo también me doy cuenta de la cantidad de noticias que nos encontramos sobre la violencia sexual con las mujeres, y hace días que le estoy dando vueltas y creo que tenemos en nuestra sociedad un doble e incompatible discurso sobre el sexo.
Vamos a ver si me explico un poco, por una parte se ha producido una seria reacción contra los abusos sexuales de los que son víctimas la mujeres; de palabra y obra.  Bienvenida sea la reacción moral, la denuncia de los abusos y los abusadores. En contra me encuentro con que hay demasiada gente que cree que con el roce nace el cariño y no es así, sino que más bien irrita. Yo creo que la admiración, el interés por una mujer, la celebración de su atractivo nunca puede estar reñido con el respeto.
Pero que sucede, que como en toda reacción parte del discurso ha pasado al lado del exceso, convirtiéndose en un moralismo tan estrecho, que si lo practicara  cualquier otra institución sería motivo de escarnio. Se manifiesta en una actitud preventiva, es decir censora, como lo manifiesta el empeño en prohibir letras de canciones por machistas o ciertas películas o libros. Es una reacción que parece haber descubierto el pecado, sin asumir al mismo tiempo que tal cosa exista. Porque el hecho pecaminoso no significa solo la ruptura con unos principios, sino también el daño a todo ser humano.
Pero al mismo tiempo que se levanta esa barrera moral, hay personas que no son capaces de ver la relación directa del abuso sexual con la cultura hegemónica de como se plantean las relaciones sexuales, celebradas tantas veces como actos de libertad. Algunos le llaman a eso libertad y autenticidad, “soltarse” ir de fiesta. En realidad es incentivar la pulsión de uno de los instintos más primarios: el sexo, tan potente que es el responsable de la reproducción de la especie, como el apetito de comer, es vital para la supervivencia del individuo.
Según lo veo, no creo que sea posible una cultura que celebra y estimula el impulso del deseo sexual y a la vez dice desear un estricto respeto. Y eso todavía es mas incompatible cuando se trata de una relación entre hombres y mujeres, porque por razones biológicas, y evolutivas bien conocidas, la forma de procesar su instinto sexual es distinta.
Ya se que ahora debería decir porque es distinta, pero es tarde y no tengo tiempo, tal vez mañana.

Feliz y Dulce Día.

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