“Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos
creer.” (J.H. Newman)
Igual que todos vosotros, yo
también me doy cuenta de la cantidad de noticias que nos encontramos sobre la
violencia sexual con las mujeres, y hace días que le estoy dando vueltas y creo
que tenemos en nuestra sociedad un doble e incompatible discurso sobre el sexo.
Vamos a ver si me explico un
poco, por una parte se ha producido una seria reacción contra los abusos
sexuales de los que son víctimas la mujeres; de palabra y obra. Bienvenida sea la reacción moral, la denuncia
de los abusos y los abusadores. En contra me encuentro con que hay demasiada
gente que cree que con el roce nace el cariño y no es así, sino que más bien
irrita. Yo creo que la admiración, el interés por una mujer, la celebración de
su atractivo nunca puede estar reñido con el respeto.
Pero que sucede, que como en
toda reacción parte del discurso ha pasado al lado del exceso, convirtiéndose
en un moralismo tan estrecho, que si lo practicara cualquier otra institución sería motivo de
escarnio. Se manifiesta en una actitud preventiva, es decir censora, como lo
manifiesta el empeño en prohibir letras de canciones por machistas o ciertas películas
o libros. Es una reacción que parece haber descubierto el pecado, sin asumir al
mismo tiempo que tal cosa exista. Porque el hecho pecaminoso no significa solo
la ruptura con unos principios, sino también el daño a todo ser humano.
Pero al mismo tiempo que se
levanta esa barrera moral, hay personas que no son capaces de ver la relación
directa del abuso sexual con la cultura hegemónica de como se plantean las
relaciones sexuales, celebradas tantas veces como actos de libertad. Algunos le
llaman a eso libertad y autenticidad, “soltarse” ir de fiesta. En realidad es
incentivar la pulsión de uno de los instintos más primarios: el sexo, tan potente
que es el responsable de la reproducción de la especie, como el apetito de
comer, es vital para la supervivencia del individuo.
Según lo veo, no creo que sea
posible una cultura que celebra y estimula el impulso del deseo sexual y a la
vez dice desear un estricto respeto. Y eso todavía es mas incompatible cuando
se trata de una relación entre hombres y mujeres, porque por razones
biológicas, y evolutivas bien conocidas, la forma de procesar su instinto
sexual es distinta.
Ya se que ahora debería decir
porque es distinta, pero es tarde y no tengo tiempo, tal vez mañana.
Feliz y Dulce Día.
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