martes, 28 de agosto de 2018

Martes 28 de agosto de 2018.

“Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos creer.” (J.H. Newman) 


Por cierto, tengo que añadir a lo que dije ayer que no considero ni fácil ni rápida la posible solución al problema de los países desde donde vienen los inmigrantes, porque los propios gobernantes de aquellos países de los que parten las oleadas emigratorias parecen muy interesados en ella.
Viendo como se encuentran esos países me da la impresión que hasta les interesa puesto que de esa forma logran aliviar la presión demográfica que sufren todos ellos. Si a ello le añadimos que pueden conseguir ingresos extra mediante la ayuda exterior, yo no creo que pueda esperarse que cambien mucho las cosas.
Si os dais cuenta África es el paraíso de los gobiernos cleptómanos. La corrupción está de tal manera extendida, que cualquier ayuda económica que se les preste para atajar la hemorragia emigratoria puede que se emplee en Dios sabe qué, o en beneficio de quién, pero no en mejoras internas que disuadan a los nativos de la aventura suicida de la emigración. Suicida por las condiciones tan arriesgadas en que lo hacen. Peor que lo hacían los negreros de siglos pasados.
Si miramos la historia nos encontramos que las grandes migraciones humanas constituyeron la médula de la historia de la humanidad, pero generalmente en perjuicio de los primitivos moradores de cada lugar, que fueron exterminados o sometidos a servidumbre por los invasores de su territorio. El relato bíblico es el paradigma de unas tribus errantes que fueron dando tumbos y vueltas por lo que hoy llamamos Oriente Medio.
No veo posible arreglar el problema de esos países desde aquí, tenemos que ir allí, como hacerlo y quien debe hacerlo son las preguntas a las que debemos encontrar respuesta para empezar a solucionar el problema de la inmigración.

Feliz y Dulce Día.

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