“Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos
creer.” (J.H. Newman)
Este mundo es un pañuelo como
bien señala Tere, y así debe ser, nunca sabemos con quien nos podemos
encontrar, nos encontremos donde nos encontremos, estoy dando por supuesto que
el encuentro fue casual, aunque si no lo fuese, Tere continuaría teniendo
razón, ¡Que pequeño es el mundo!
He estado observando con
atención los actos que se han celebrado para recordar el atentado de Barcelona
y el homenaje a las victimas, pues lo del año pasado fue otra cosa. Y, como
comente hace días parecemos olvidar que cuando el terrorismo golpea los únicos
responsables son los terroristas. No hay qué echarnos las culpas unos a otros.
Lo que si que hay que hacer en
estos casos es salir de nuestra burbuja ideológica. Si no abandonamos esa
burbuja ideológica la onda expansiva se multiplica y después de las víctimas
mortales, muere la nación, muere el país, muere la vida social.
El yihadismo nos plantea
muchos retos. El yihadismo plantea retos de seguridad, retos policiales, retos
políticos. Pero hay un reto contundente, una pregunta que no podemos dejar de
hacernos y de la que hablamos poco. Los yihadistas aman la muerte, ¿amamos
nosotros la vida más de lo que los yihadistas aman la muerte? ¿Tenemos nosotros
razones, motivos, certezas, experiencias que nos permitan amar más la vida de
lo que ellos aman la muerte? Sin esas razones, sin esos motivos, estamos
perdidos.
Feliz y Dulce Día.
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