sábado, 11 de agosto de 2018

Sábado 11 de agosto de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien) 


Excelente el día de ayer, perfecta la noche de hoy, por fin una temperatura agradable con la que poder disfrutar del día, por cierto espero que en Galicia el tiempo acompañe a Encarna y a Maribel, aunque como nunca llueve a gusto de todos nunca se sabe.
Os prometí algún ejemplo más sobre la doble faceta de la tolerancia. 
Vamos a suponer que el mecánico que ha arreglado mi coche acepta que le pague con dinero en efectivo. Pagando al contado y a espaldas del fisco, sus clientes se beneficiarán con una reducción de sus gastos. 
Ahora bien, yo tengo conocimiento de que no hacer factura y así como una declaración de ganancias falsa es deshonesto. El mecánico también lo sabe, del mismo modo que no contrataría a nadie que haya firmado cuentas de gastos falsas.  Como yo le pago en efectivo y no lo denuncio, tolero el mal. Supongamos que este mecánico se presentara como candidato para ocupar un cargo público en un partido para reformar el sistema tributario.  Eso equivaldría a sumar otra carga a mis espaldas.  Sería una burla a la tolerancia misma.
Me entendéis, de todos modos, debido a la gran libertad de acción que la ley permite cuando se trata de relaciones sexuales en comparación con las relaciones financieras, y debido a los caprichos del deseo humano, el comportamiento que concierne a nuestra naturaleza sexual ofrecerá muchas más oportunidades para ejercer la tolerancia  y la reciprocidad que merece dicha tolerancia.
Pero, os lo voy a complicar un poco más. Supongamos que soy padre de un niño de doce años. Quiero que mi hijo se sienta cómodo siendo un niño. Quiero que crezca y se sienta atraído por las mujeres, y que a su vez él les resulte atractivo a las mujeres. Quiero que tenga amistades naturales y normales con otros hombres, pero no las relaciones sofocantes, con toqueteos incluidos, que atrofian la madurez de un niño. 
Quiero que él camine y hable y trabaje y juegue y luche y ría como el hombre que observé desarrollándose dentro suyo.  Quiero que ame la belleza y la gracia y la sabiduría de las chicas y las mujeres y quiero ver cómo las perfecciona y cómo ellas lo perfeccionan a él.  Espero que se case con una buena mujer y que críe niños felices, que se vean como él y su esposa, y tal vez un poco como mi esposa y yo.  Es perfectamente natural que yo quiera esto.  Es lo que los padres siempre han querido para sus hijos.
En fin, mañana terminare.

Feliz y Dulce Día.

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