viernes, 10 de agosto de 2018

Viernes 10 de agosto de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien) 


Parece que la temperatura ha bajado esta noche porque he dormido perfectamente, o sea que he descansado, es verdad que para que esto me suceda he tenido que “resistir” varios días y sobre todos algunas noches, pero al fin estoy fresco como una rosa y dispuesto a continuar con un tema que puede resultar un poco polémico.
Veamos, suponed que mi vecino ha dejado a su esposa por otra mujer.  No ha ido contra la ley haciendo nada ilegal, pero actuó mal, pues la estuvo engañando durante varios meses. Puede protestar todo el día sobre lo exasperante que es su esposa, pero eso no cambiará el hecho de que está rompiendo una promesa que le hizo y haciendo todo lo que puede para debilitar su matrimonio que yo encuentro primordial para la sociedad.
Me cae bien mi vecino, pobre hombre. Está al borde de un colapso nervioso y además su madre está muy enferma. Por este y otros motivos, he decidido tolerar su comportamiento.  No lo voy a castigar, por supuesto, pero tampoco voy a aprobar lo que hace.
No importa si mi tolerancia en este caso es prudente o sólo tímida, pero requiere reciprocidad de parte de mi vecino. Entonces, deberá abstenerse de traer a su nueva mujer a mi casa para reunirse con mi mujer y mis hijos. Se debería abstener de pasar el tiempo abrazado junto a ella en el jardín del frente. La discreción que debe tener es, por así decirlo, la doble esencia de la tolerancia. 
Tolero su acción; él "tolera" mi tolerancia y tiene una deuda conmigo por hacerlo. 
Otro ejemplo. En el kiosco donde compro el periódico venden revistas tipo Playboy.  Tienen permiso legal para hacerlo, seguro, pero para mí está mal; degrada la belleza del cuerpo humano y quita a la sexualidad de su ámbito adecuado para convertirla en la búsqueda privada de la gratificación. Si tácitamente los que compran esas revistas exigen tolerancia, incurren tácitamente en una deuda de reciprocidad.  Deberán poner la revista fuera de la vista.
Os habréis dado cuenta de que los dos ejemplos tienen que ver con el sexo.  No era necesario que fuera así; el principio sigue vigente. 
Mañana buscare otro ejemplo que no tenga sexo.

Feliz y Dulce Día.

No hay comentarios: