martes, 7 de agosto de 2018

Martes 7 de agosto de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien) 


El otro día cuando os hablaba de la expresión "incitar al odio", y se me quedaron algunas cosas por decir que pienso que son interesantes. Y es que se nos esta olvidando filosofar, la gente se ha olvidado de hacer distinciones.
Quiero decir que lo que Platón, Aristóteles, Agustín, Aquino, Kant, Hegel y Wittgenstein tienen en común es el don de explicar cómo una cosa se diferencia de otra, cómo uno de los aspectos de una idea se perfila contra otra, cómo algunos conceptos aparentemente similares terminan siendo distintos. Con estas maniobras, los grandes filósofos aclararon las aguas turbias.
Lo que muchas veces me llama la atención es la incapacidad de muchas personas de hacer distinciones correctas en su discurso público sobre cuestiones morales.
Como todos ya estaréis pensando me estoy refiriendo a los conceptos de amor/odio y tolerancia/intolerancia que están rodeados de algunas de las aguas más turbias. Voy a intentar hacer lo que espero sean diferenciaciones clarificadoras.
Vamos a ver, el amor no es principalmente una emoción, sino un acto de la voluntad. Amar, es desear el bien del otro. En consecuencia, el odio no es principalmente un sentimiento, sino desearle el mal a otro, queriendo positivamente lo que es malo para otro. Entonces, ¿cuándo es posible odiar? ¿Cuándo está moralmente permitido odiar? La respuesta es simple: nunca.
Ya se, lo estoy presintiendo, pensáis que esto es un ideal que nunca se va a cumplir pero a mí se me dijo que amemos incluso a nuestros enemigos, que bendigamos incluso a quienes nos maldicen, que deseemos lo mejor aún a quienes nos maltratan. Os lo voy a poner más fácil; ¿Quiere decir esto que nuestros antepasados tenían la obligación de amar a Hitler y que nosotros tenemos la obligación de amar a los asesinos del ISIS? Sí, y punto. ¿Quiere decir que tenemos que desearle el bien a quienes nosotros estamos convencidos de que van por un camino moralmente peligroso? Sí, y punto.
Sin embargo, este es el momento en que tengo que hacer una distinción crucial: criticar a alguien por participar en una actividad inmoral no significa "odiar" a esa persona. De hecho, es un acto de amor, porque es lo mismo que desearle el bien. Una vez que se haya atenuado la sensación de que existen el bien y el mal objetivos, como en gran medida ha sido el caso en nuestra sociedad, las únicas categorías que nos quedan son las psicológicas. Y es por eso que, en la mentalidad de muchas personas, el hecho de cuestionar, por ejemplo, la legitimidad moral de la transexualidad es por fuerza "atacar" u "odiar" a los transexuales.
Si no se hacen las distinciones correctas en este sentido existe el peligro muy real de que el debate moral desaparezca. Si pueden pensar que alguien que no está de acuerdo con ellos en un tema ético es lisa y llanamente una persona que derrocha "odio", entonces no es necesario que escuchen sus argumentos ni que los sometan a un análisis crítico. De hecho, pueden censurarlo y hacerlo callar. Lamentablemente, esto es lo que podemos ver muchas veces en la esfera pública de hoy en día: se cuestionan los motivos, se cuestiona el carácter, se impone la censura.
También hace falta que haga distinciones en torno a la palabra "tolerancia," que se repite una y otra vez en nuestros días. Pero eso ya será tal vez mañana que por hoy ya hay suficiente.

Feliz y Dulce Día.

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