viernes, 17 de agosto de 2018

Viernes 17 de agosto de 2018.

“Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos creer.” (J.H. Newman) 


No se si habéis tenido la oportunidad de haber echado un vistazo al urinario de Duchamp, pero sino no ha sido así os dejo este enlace para que seáis conscientes de su importancia:  https://es.wikipedia.org/wiki/La_Fuente_(Duchamp)
Voy a continuar más o menos donde lo deje ayer, como resulta que el arte hoy en día es venerado como una parte de la cultura elitista y generalmente alcanza unos precios altísimos, de ahí surge un motivo más para crear arte falso.  Los artistas y críticos de arte se reúnen para engañarse a sí mismos: los artistas presentándose como quienes originan adelantos asombrosos y los críticos colocándose en el lugar de jueces perspicaces de la verdadera vanguardia.
De esta manera, el urinario famoso de Duchamp se convirtió en una suerte de paradigma para los artistas modernos.  Así es como debe hacerse, decían los críticos.  Tomen una idea, exhíbanla, llámenla arte y nieguen descaradamente lo evidente.  Existen muchos más casos y en cada uno de esos casos, los críticos se reunieron como gallinas cluecas alrededor del huevo nuevo e inescrutable y presentaron al público una obra de arte falsa con todo el aparato necesario para que sea aceptada como verdadera.  
Por cierto, no me estoy metiendo con el modernismo, que fue un intento de rescatar lo sincero, lo verdadero y los frutos de un trabajo arduo de la plaga de emociones falsas.  Nadie puede dudar de que los primeros modernistas fueron exitosos en ello, dotándonos de obras de arte que mantienen el espíritu humano vivo en las nuevas circunstancias de la modernidad y que continúan con las grandes tradiciones de nuestra cultura.  Sin embargo, el modernismo dio lugar a rutinas de falsificación: el trabajo arduo por mantener la tradición resultó ser menos atractivo que las maneras baratas de rechazarla. 
En vez de estudiar toda una vida, como lo hizo Picasso para presentar la cara de la mujer moderna en un idioma moderno, uno podría haber hecho lo que hizo Duchamp y pintarle un bigote a la Mona Lisa.
¿Qué no conocéis ese cuadro? Vale la pena.

Feliz y Dulce Día.

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