miércoles, 15 de octubre de 2025

Dia 93, del viaje a la maratón de Valencia. ¿Un país irrelevante?

     Dia 93, del viaje a la maratón de Valencia.

¡¡¡Muy buenos días!!! 



No me extraña que viendo desde el exterior la imagen de la política en España desde hace unos meses, muchas personas lleguen a la conclusión apresurada de que somos un país anodino, insignificante, ineficaz e insustancial. Pero al hacer eso lo que están haciendo es una lectura demasiado rápida y confunden lo que parece con lo que es.

Pienso que no somos un país de mediocres, sobre todo en el momento en que miro a quienes en realidad sostienen el país con su trabajo e inteligencia. Lo veo cada día en nuestros médicos, en los ingenieros, científicos, artistas… y no quiero olvidarme de nuestros deportistas. El problema no lo veo en la gente, no está en la gente.

Según lo veo, el problema está en quienes han impulsado leyes que rebajan la exigencia del conocimiento y han dejado de fomentar el pensar y saber, consolidando así una sociedad que premia la mediocridad. Y son precisamente los mediocres que han alcanzado el poder y han llegado a las instituciones los que alimentan esa imagen que tenemos en el exterior. Aunque tengo que añadir que al estar en una democracia hemos sido nosotros los ciudadanos de a pie los que hemos situado en esos puestos a personas mediocres.

La cuestión es que la mayoría de nuestros políticos carecen de un proyecto que nos ilusione y sobre todo que nos beneficie a todos, han elegido el camino de apoyarse en ideas imaginarias que prometen un paraíso por el simple hecho de haber nacido. Basan su política en una vida cómoda, sin exigencias, vendiendo derechos sin ningún deber asociado y un bienestar sin tener que hacer esfuerzo alguno. Eso hace, que nuestra sociedad se esté acercando a una situación peligrosa: la irrelevancia.  

Si hago un repaso rápido a algunas cosas que han sucedido me encuentro con una constante y progresiva degradación. En el sistema educativo, por ejemplo, se sustituyó al maestro o sea a una persona que tiene la autoridad suficiente para enseñar una ciencia, arte u oficio por un enseñante que tiene que amaestrar simplemente con reglas o preceptos. Se empezó a confundir el aprobar con el saber. Otra cosa, los partidos colonizaron la mayoría de las instituciones con personas cuya fidelidad al partido esta muy por encima de su conocimiento o del mérito que tengan para ocupar esa posición, y no quiero olvidarme de la economía que se decantó en busca de beneficios fáciles cercanos al poder en lugar de buscar una productividad que tenga muy en cuenta la innovación.

En fin, que veo que los políticos en vez de liderarnos se han dedicado a controlar las instituciones. Los nombramientos se realizan por cuotas, las encuestas dirigen las leyes, así como los acuerdos parlamentarios.

Ya no se castiga la falsedad, ni el fraude, la ineptitud y el amiguismo. Lo más grave es que hemos asumido este estado de cosas. Toleramos que la chapuza la conviertan en normalidad, hemos borrado la línea entre aprobar y aprender, y vemos como se critica al político, pero a la vez se busca su favor, volviéndolo a votar para que se mantenga en el puesto.

No podemos ignorar la influencia de estas personas ya que su influencia dirige aspiraciones, sitúa referentes y define lo que se percibe como normal. Si la normalidad que transmiten es la opinión sin fundamento y la ignorancia orgullosa, el resultado es una ciudadanía menos preparada para cuestionar, debatir y decidir. Y como consecuencia una democracia más débil y, por tanto, más vulnerable.

Lo estamos viendo estos días en las noticias, España corre el riesgo real de quedar marginada del grupo de las principales democracias occidentales. No por falta de capacidad, sino porque quienes tienen el poder son mediocres que huyen de la excelencia. Prefieren un país sumiso, entretenido con relatos y subvenciones, antes que una nación exigente que les pida cuentas.

No somos un país mediocre. Somos un país secuestrado por mediocres. Y si no solucionamos este problema, no solo perderemos competitividad y bienestar: perderemos el respeto de nosotros mismos y el lugar que nos corresponde en el mundo. El tiempo para movernos no es mañana. Es ahora.

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